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ORACIÓN l<'fNEBRE. U!5 1'" ,·a I!Hcoutrar uno que abrace todas las circunstancias ne– ' · ·s:~ rías. Debe ser un elogio abreviado del héroe, y que de 1111 ~olpe de vista ponga ante los ojos tod;t su vida y su ca– LII"i.e;·. El texto debe ser acomodado, si11 ser violentado su o·ul.ido , sino que sus antecedentes y conseeuentes en laSa- :·rada Escritura se cohonesten muy bien con la aplicación •I'U' se hace; Jo contrario choca evidentemente, y no satisütce '' los versados en los Libros Santos. 284. Cuamlo cayó herido ele muerte en 6 ele Agosto de IH75 el atleta de la fe, ell\lártir del Ecuador, el amigo de l'io TX, el incomparable D. Gabriel García.)foreno, bajo el pnüal de la Masonería en la plaza de (¿nito, ¡cómo se es– lrernecían de santa indignación los corazones católicos, có- 1110 vibraban poderosamente sus fibras, cómo vertían lágri– lllaS los ojos al oir 1lesde los púlpitos cristianos la palabra de los oradores sagrados, que en conmovido acento encabe– z;tban la oración fúnebre ele! gran héroe con aquellas pala– lmts de Jos Libros Santos, que todo un pueblo transido de 1lolor repetía en ltt muerte del gran 1\facai.Jeo: Qurnnodo rx•cidit potens, r¡ui salcum j(Ú;ieúat populwn Israel. (lr .Mach.). Re';ordaban su heroísmo y valor 1mra salvar tan– tas veees el Estado; su Religión y acendrada piedad, y... caía bañado en su propia sangre por defender la Religiún y la patria, herido tle mano cobarde y alevosa... la MANO NEGRA. La República quedai.Ja huérfana de t.c'l.n ilustre Presidente; se comprendía el inmenso vacío que dejaba; el texto era oportuno. Su repetición era un toque de tan gran poder para el corazón, que á los que conocían el ilustre héroe, bien bastaba el solo texto para oracion fúnebre, sin necesidatl de pasar adelante, tanto se llenaba el alma de intlefinible amar– gura, presentándose de un solo golpe de vista los heroicos hechos del mártir, que formaban su verdadera grandeza. Trece aüos han pasado ya lutsta ahora ¡¡ne escrii.Jimos esto, y ánu en este momento palpita el corazón, y las lágrimas brotan involuntariamente de los ojos : Qttomodo cecidit po– tens, qui sal'ottmfaciebat popnlum ls1Ytel!... Al caer exá– nime, exclamó: ¡ JJios no 11mm·e !!.1... 285. 2." Si se encuentra algun T·ExTo que pueda po– nerse en Jos labios del difunto mismo, como que el mismo lo

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