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114 I,ECCIÓN XX. Relig i6n, y que esta altísima enseñanza al>re el camino para la vida eterna. San Francisco de Sales presenta un Jn(•.dio en el desarrollo de estos tres puntos. ¿quién? ¿, Por qu•· ~ ¿Cómo? Otros escritores proponen este otro método para hacer conocer á fondo el misterio: 248. l. o R.Tpliaw JJe?j'cctrnncnte su r•.Tfci'ÍO?' 11 intr· ?'ÍO?'. Se entieude por e;rt(lrim· de un misterio lo que es la parte visible, y esta es el hecho que nos r efiere el E vangl' !io, 6 nos transmite la tradición, y es menester exponerla det.tlladamente á los fieles; y por intePün· las operaciOiws que se realizaban en el alma de J esucristo, ó la Santísima Virgen, relativas á Dios, á los hombres y á sí mismos en (•1 inomento del hecho exterior. Es necesario fijar la atenciúu de los fieles en el interior de los misterios, el cmtl fácilm ent" se descubre con la meditación. Por ejemplo: "En el huerto de Getsemaní la 11lC11W1' Írt de mis ji('Cados le arranca aquel sudor de sangre y agua." 249. 2. o Hacer 1·csrtltar las pufcceiones de JJios, de Jr·· sucristo á dr: la 8antisima T'i·r.r;en r¡uc estdn encerm,das I'U el misterio. Nos dice el Profeta que los cielos cantan la gloria de Dios, y todo el firmamento anuncia las obras de su~ manos, y esta manifestación de sns gnmdezas nos eleva iL la fuente del Sumo Bien: ¿¡me;, cuanto más no s~ elevará el hombre á Dios y le tlaní. gloria, si ve expuesto ante su in– te!.gencia, en cuanto es capaz, aquel hermosísimo cuadro de las perfecciones ele Dios, de su Divino Hijo encarnado, y de su Stmtisima Martre, la Virgen Maria? 250. 3, o A'd:poner ri los lwmbres las t'ent(ljas rlc estos misterios. Dios al manifestarse se ha propuesto, además de su gluria, el bien de los lwm!Jres, y por tanto este bien par– ticular ha de demostrar el predicador en cada misterio. Con este método se presenta el mi~terio con aquella clara expli– caciim qne permite la oscuridad de la fe, y facilita la creen· cia á CUtl.ntos se complacen en la verdacl. Santo 'l'omás en la 3.• parte de la Suma, Suárez en su Teología, y Bossuet en sus Sm·mrmes siguieron este m•:todo. 251. H. Hacer que honren el misterio. Ya los esplen– dores divinos han alumbrado la inteligencia, ya la antorcha luminosa de la fe sentada en ella esttí irradiando con sn her-

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