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111 ~39. rr. Materia. Con Jo dicho sobre el objeto que se l~:1 "" proponer el predicador, se comprende que el fondo .¡,.¡ '''rmón moral es la aplicación de Jos deberes, obligacio– '"'' .r santas costumbres, reprender y corregir cnanto á esto ,,,. opong·a, y establecer en el corazón la samt regla moral •pu: •lirige todos nuestros actos á Dios. Se requierP. en el prl'llicaclor mucha ciencia y prudencia, que, sin eaer en los ··x1:esos de extremos opuestos, sepa eliminar las falsa~ doc– lrinas que tanto perj uicio pueden cansar á las almas. Nada qne no sea verdadero y exacto debe admitirse, y la aplica– r iím de principios generales á casos particulares, no es lo 111enos espinoso en esta clase de sermones, en donde ·la rlr:– ,uasiada. la.vitnd, ó por el contrario una gran se·vm·idad. ú dr'?lza~Ütda ?'Íf!Ülez, harán cometer mil imprndencias al pre– dicador propenso á los extremos. 240. «Los predicadores jóvenes, dice el Sr. Sánchez Arce, suelen ser más inclinados á este segundo extremo, á la severidad, pues entonces no sa.ben sino lo que acaban de ostndiar en los libros, y no lo c¡ne enseúa la experiencia en el ministerio saceruotal. Pam 110 im:nrrir en 11110 ú otro ex– tremo, predicando una moral viciada, fijen bien lus princi– pios de ésta, hagan de ellos una justa aplicaciim, y tengan la prudencia de consultar sus sermones, al menos en Jos años primeros de su ministerio, con aquellos hombres que tengan la debida experiencia." 241. III. Forma. Acerca el orden y disposición ele! ser– mon, aquí hay que recordar las reglas de composición. Mu– chas veces la exposición del mismo texto sirve de exordio. O bien en el exordio podemos hablar de la grandeza y dig– nidad de la virtud de que vamos á ocuparnos, ó ya de su necesidad y utilidad, con lo que podemos conciliarnos la aten– ción y captarnos la benevolencia. Para que un asunto tenga aplicación práctica, y pueda sacarse el debido fruto, supo– niendo que debe demostrarse la necesidad de ser católico práctico, Jo reduciremos á esta proposición: "Los católicos deben practicar la Heligión;" y la dividiremos en dos par– tes: l." Es necesario que practiqueislaReligión; 2." «Cómo debeis practicarla. " 242. Ningún género como el deliberativo se presta tanto

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