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EL BE ;I.TO DIEGO DE CÁDIZ sino para todos aquellos que difundan los conceptos que se expresan en ella. Es una acción directa y contundente que basta por sí sola para proclamar al Padre Cádiz como defensor de nuestros valores raciales. Todas sus predicaciones son edificantes para el guerrero al ser robustecedoras del espíritu ancestral espa– ñol, pero esa "Carta al soldado" es lo suficiente para hacer del Beato un nuevo Pedro el Ermitaño que predica la guerra santa, la cruzada de la Fe. Empieza felicitando a su sobrino por la resolución tomada al alistarse dejando "las letras en que estaba empleado", por– que con ello acreditó "el honor que ha heredado de w.~ padres" Dieciocho años tenía entonces el joven soldado r estaba en plenos estudios, acudió a su tío para pedirle consejos que le amparasen en su soledad y fortaleciesen su determinación. El Beato le dice lo razonable que le parece por lo santo de los móviles que a ello le impulsaron: "Las causas de la presente guerra contra la Francia-dice-son a todos tan notorias que sólo puede ignorarlas el que haya hecho particular estudio para no saberlas". Enuncia los ataques que en el vecino país se han hecho contra la Iglesia, contra sus Ministros, sus tem– plos y contra t odo lo sagrado. Pasa después a considerar los atropellos cometidos por la Com·ención: "Jamás ha visto el mundo un desafuero semejante" y son tales que "exigen todos los soberanos, y aun de todos los superiores, que laven con la sangre de los culpables la mancha disforme de tan perniciosos ejemplos, y ellos obligan a todo católico, a todo buen vasallo y aún a todo racional, a que en el modo que pueda y le fuere respectivamente permitido trabaje por exterminar esas gentes y por hacer que su nombre no vuelva a resonar sobre la tierra." Cita las palabras proferidas, contra Dios y su ley en la Asamblea de la Convención: "Rompamos de una vez los víncu– los más sagrados de sus leyes, de sus soberanías y de sus fue– ros; sacudamos y arrojemos para siempre de nuestros hombros el yugo de la subordinación y de su necesaria obediencia"-ha– bían dicho.

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