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76 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE !a de<:~ar2.ción de guerra, no es sin duda por motivo de la \-o:ur.:ad ;":>puJar española, sino por las cortapisas que la po– nia:-: ;.:., gobernantes divorciados de ella. ' El pueblo reaccionó contra "aquellos hombres" de que hablaba el Padre Cádiz capitaneando legión de predicadores que de él tomaban ejemplo. La guerra del Rosellón, al hacerse popular, hace que el Ejército aliste en sus filas a los más di– versos elementos, aunque aun conservando los cuadros de mando profesionales: Los labriegos dejan sus aperos y corren a las armas, los pescadores sus artes. Numerosos religioso:> nutren las filas, mantienen el fuego con su palabra y cuidan caritativamente de los enfermos y heridos y de las conciencias de los ilesos. Hasta de contrabandistas habla la Marquesa de Lozoya en sus cartas descriptivas del momento que escrib~ en Pamplona. Fué la campaña una verdadera cruzada o guerra de reli– gión, como la llama el Beato en su "Carta a un soldado", diri– gida a todo el Ejército personificado en su sobrino el joven y distinguido voluntario del Regimiento de Saboya don Antonio Jiménez Caamaño, que como otros muchos dejó sus estudios para alistarse en el Ejército del General Ricardos, que es el destinado a marchar contra la Francia. La carta del Beato es más bien una alocución o, mejor aún, un tratado casi, de moral militar que la hace útil para cualquier soldado del Ejér– cito, no sólo del momento, sino de otra época. Así lo entendieron numerosos prelados y concedieron un sinnúmero de indulgencias a los lectores de !'a "carta", no sólo de su totalidad, sino sencillamente de algunos de sus párrafos. Tan importante es aquélla que nuevas ediciones son después difundidas en la Guerra de la Independencia, donde ya el Ejército ha dado aún otro nuevo paso hacia su concepto mo– derno, ganando todavía en popularidad. Más tarde, en la gue– rra Carlista, considerada por éstos como de religión, también la "carta" del Padre Cádiz vuelve a resurgir, guarnida de nuevas indulgencias episcopales, no ya sólo para los. lectores
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