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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 71 CollSecuencia del elocuente hablar al Pueblo, del Padre Cá– diz fué e! alzarse de todas las regiones españolas, parece que en sus largos viajes habían sido preparadas. Su mismo caminar a pie, bien en contacto con el país entero, es como si quisiese identificarse con el suelo y con las gentes; raramente montó en ei pequeño borriquillo que llevaba con la indispensable y pobre impedimenta; sólo alguna vez Io consintió cuando ya es– taba muy enfermo. En Zaragoza, donde se manifestó fuert<:!mente el heroísmo esp<!ñol, es precisamente uno de los lugares en que las predi– caciones de Fray Diego tuvieron más éxito. El Padre Bruno de Zarag·oza expresa en sus cartas este resultado de la Misión del Padre Cádiz. "Nuestro hermano-dice-se ha llevado nuestros corazones y nos ha dejado en cambio una doctrina, una edifi– cación que en muchos años no olvidarán los aragoneses. Si mi edad fuese otra, no me separaría del Padre Cádiz mientras vi– viese". El a su vez se expresa: "Jamás he sentido salir de pueblo alguno como de éste; pero no es extraño porque dejo aquí mi tesoro, y quisiera dejar mi corazón". Y aquel pueblo que se puso en bloque a su lado, fué el que mantuvo el abnegado fuego patriótico de los sitios, célebres en la historia guerrera del mundo. "Orador más popular no lo hubo --<iice Menéndez y Pelayo- , era todo un hombre del pueblo". El tío Jorge, capitán de los escopeteros del arrabal; el lego de San Agustín y otros valientes, estaban animados por el espíritu del Padre Cádiz; imbuidos de esa doctrina que dice el Padre Bruno que d~ejó en Zaragoza el apóstol gaditano. Por ella es G€nerala la Virgen del Pilar, por ella fué Capitana de la tropa aragonesa, como canta esa valiente y bizarra jota, sacramen– tada a cañonazos, entre el hambre y la peste, cantada como himno de guerra al rechazar los desesperackls ataques a la bayo– neta con la mayor furia del contraataque. La que animó a Santiago en su ardua empres a, había de hacerlo al Padre Cádiz el "Alter Jacobus" y había de hacerlo al pueblo español en la dura prueba de la invasión.