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66 CARLOS li!ARTÍKEZ \".-I.LVERDE ses directoras francesas, era por lo que los enciclopedistas pri– mero y lo5 reYolucionarios después, querían dictar normas nue– vas y luego extenderlas por el mundo. Enuncia en la Pastoral las tres máximas de San Pedro, compendio de la divina ciencia: "Vivir como hermanos, obe– decer a Jos reyes y no apartar de sí el temor de Dios". Estudia a continuación qué son Jos estados y sus ciudade:;: "recíproca unión de muchos individuos asociados entre sí para la común utilidad y para vivir virtuosamente". Dice que el ideal es que se anteponga el bien común al particular y en úl– timo extremo que no se olvide- aquél al tratar de conseguir el último. "Si de tal modo se unen que la fraternidad les haga mirar con igual interés las comunes, ajenas utilidades que las propias, y si de tal manera viven coadunados entre sí que recí– procamente se excitan y estimulan con los buenos ejemplos a la vida Santa y virtuosa". "Entonces serán felices los pueblos y las naciones". Se pregunta quién está mejor capacitado que un cristiano para vivir de esa manera, y dice: "Ninguno por cierto, porque sólo a él le es dado el saber ponderar y el poder comprender suficientemente los fueros solidísimos de la Fra– te1-nidad. Estos se hallan afianzados por la Justicia y por la Caridad : dos fundamentos sobre que precisamente estriba y se sostiene en su buen orden el gran edificio de la humana socie– dad y sin los que todo será en ella desorden, trastorno y con– fusión, que debe hacernos temer un más fatal exterminio y su total ruina". No cabe duda que e l tiro está magistralmente rlirigido: la sociedad anterior a la revolución, no seguía precisamente las máximas de Cristo. En ella no existía esa fraternidad que re– comendaba el Padre Cádiz y menos aún sus fundamentos : la justicia y la cm·idad. La consecuencia: ese desorden, trastorno y confusión de que habla, no se hicieron esperar y fué todo ese debatirse de los humanos en busca de nuevos métodos, cuando lo que ocurría es que no se ponían en p.ráctica los antiguos, buenos y acrisolados.