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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 63 Materias que al transcurrir el tiempo habían de ser declaradas dogmas : el de la Inmaculada y el de la Asunción Corporal a los Cielos. Se ve, pues, que se iban acumulando acusaciones sobre el humilde Capuchino y siempre lanzadas por los poderosos de la tierra. La. verdadera palabra de Dios escuece a los que se olvi– dan que sólo en su nombre detentan un poder o poseen una sabiduría más o menos incompleta y que tanto aquél como ésta ha de ser en apoyo de los pequeños: "Siervo de Siervos" dice el lema del Escudo Pontificio. Quiso la Providencia que la muerte sorprendiese al Beato antes de la solución del proceso en que al final de su vida se vió envuelto. Así fué perseguido, uniendo sus padecimientos morales a los físicos de su enfermedad y con ello rodeáronle de la Santa aureola del sufrimiento. Ello presta un gran timbre de gloria a su grandeza. FRAY DIEGO Y EL PUEBLO Veamos ahora la "conducción" del Pueblo por el Padre Cádiz tanto en. su trato con las muchedumbres así como con sus repre– sentantes los Municipios. Si importante fué su influencia en la Nobleza y en el Clero, no sólo por lo que se refiere a la extensión de estos estados en sí, sino por el papel de conduc– ción y ejemplaridad que representan ambos en la sociedad .hu– mana, mucho más extensa fué aún la acción directa del Padre Cádiz con las masas que escuchaban sus predicaciones con arro– bo y recogimiento, llegando en muchos casos al paroxismo del entusiasmo y del arrepentimiento. Algunos cuadros nos han le– gado esos momentos en que la pa!abra del Beato Diego se en– traba en los corazones. Uno atribuido a Goya, existente en la celda-oratorio del convento de Capuchinos de Sevilla nos mues– tra compleja y nutrida muchedumbre oyéndole. Ningún orador
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