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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 49 zaban. Hoy quizás parezca todo esto exawerado pero hay que tener en cuenta que era precisamente el paso de la raya de lo prohibido y la novedad hacía mayores los efectos pernicio– sos. Para completar el cuadro de la danza de los Grar,des, ha– gamos constar que en el Madrid de entonces eran la novedad los bailes de máscaras; tenían lugar en. los fuatros de los Caños del Peral y del Príncipe. María Luisa, entonces Prin– cesa de Asturias, ansiaba acudir a ellos y a veces lo hacía, pese a las prohibiciones del Rey. El ejemplo, pues, no podía ser más alto. En cuanto a las comedias se refiere, otro de los grandes males que veía Fray Diego, podemos decir que una fiebre de representación teatral se había apoderado de Europa, y princi– palmente de las clases altas. Ya en los tiempos de esplendor de la desgraciada María Antonieta, vivía su corte en perpetua comedia mitoló,gica y pastoril, de refinados y empolvados pas– tores y zagalas, sin darse cuenta de que ayudaban grandemente a los entciclopedistas y hasta representaban sus obras y decían las frases de más o menos sentido, dirigidas contra ellos mismos. En España se llegó a representar en las casas particulares con gran frecuencia. CuaEdo no había compañía de Comedias, pronto surgía una de aficionados; todas las poblaciones im– portantes tenían su "Casa de Comedias" y cuando los actores que ordinariamente trabajaban en la Corte, se trasladaban a provincias, cobraban doble sueldo. Gran número de ellos, de vida disoluta, representaban "de corazón" las obras neo-clási-. cas. Digna de ser citada con letras de oro, por lo contrario, es Rita Luna, que abominab~ de ellas, y a pesar de ser excelente actriz, representaba sus papeles muy mal, a propio intento. Los Municipios eran los propietarios y empresarios de los teatros, luego en 1799 se creó una Junta Censoria. Los Gran– des de todo el reino, deseosos de lo Francés, patrocinaban la construcción de esas casas de comedias, puntos de irradiación de ideas revolucionarias. El Padre Cádiz, en Jerez, tuvo la gran porfía con el Marqués de Vallehermoso, que construyó un tea-

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