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44 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE "Nace el hombre para el trabajo, nos dice la historia del Santo Job"---sigue-"todos debemos ocuparnos de él, pues no hay cosa alguna que de ello pueda dispensanos mientras po– damos trabajar: no la nobleza, no la abundancia, no la razón de estado, el desinterés, la indiferencia ni el despego de las cosas temporales: porque no obstante ésto, el noble, el rico; la señora de título y todos los demás, somos comprendidos en esta necesidad y precisión. Esto lo convence los cuatro fines a que se ordena el trabajo, según Santo .Tomás: de ganar sustento, evitar la ociosidad, refrenar las pasiones y adquirir algo con que poder hacer limosna y socorrer a los necesitados". Des– pués pasa a referirse a las cosas que tienen más importancia que las materiales. Algunos creerán que es nuevo eso de las repúblicas "com– puestas en su totalidad por trabajadores de todas clases", ahí se tiene en recta moral cristiana expuesta por el Beato Diego José de Cádiz en el siglo XVIII la obligación del trabajo y apo– yado nada menos que en sentencias de Santo Tomás. La expre– sión más mitinesca o callejera de "que el que no trabaje que no coma" esa no es precisamente del Padre Cádiz, puesto que lo que recoje del Santo es que "hay que adquirir algo con que hacer limosnas": Es uno de los fines del trabajo. El que no puede trabajar será socorrido: esa es la doctrina de Cristo. El que por su voluntad no trabaje tendrá que rendir estrecha cuenta ade– más de las estrecheces que haya de pasar. En cierta carta que el Padre Cádiz escribe a la Duquesa de Medinaceli contestando a ésta una consulta acerca de los bai– les, se refiere también al trabajo y a la culpa que incurren los que profesan la ociosidad habitual. Repasa quienes son los asis– tentes a los bailes: "Ni sacerdotes ni ancianos respetables, ni párvulos ajenos de malicias, ni hombres inútiles... : hombres jó– venes o de mayor edad; cuyo ejercicio es el galanteo, cuya tarea la diversión y cuyos cuidados todo el pensar y ocurrir cómo han de pa,sar el tiempo más inútilmente, para no oir los clamo-