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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 37 formación y lo grande de ellos, con la natural modestia y gra– vedad en sus movimientos, fu eron singulares ; la boca ni grande ni pequeña, cuyo corte de labios, haciendo el superior como una caída o punta que correspodía al hundido del inferior, haciendo que el superior ajustase perfectamente con el inferior en la ra– tural postura de no hablar . Estos fliempre encendidos; su den– tadura unida y blanca, igual y completa; su barba muy poblada, crespa y larga hasta como tres dedos cerca de la cintura, y las orejas bien formadas y situadas, que más parecían pequeñas. pero sin improporción". "En su porte y figura era hermoso como Absalón", dice el Padre Jerónimo de Cabra en su Oración fúnebre. Los últimos años estaba ligeramente encorvado debido sin duda a su pade– cimiento de estómago y, contr ariamente a lo que suele ocurrir, era alegre en medio de sus enfermedades, de una gran simpatía y conservaba su buen humor en los tiempos más difíciles y agrios de las persecuciones. Este es a grandes r asgos el retrato. A lo menos un bot::eto de rasgos físicos y de físonomía moral del hombre que se en– frenta con tan hostil medio. De este gran campeón de E spaña, defensor de sus valores más preciados contra la invasión del extranjero; según Maeztu, cumplía pues el Padre Cádiz el de– ber principal del Patriotismo. El resto d.e sus cualidades las apreciaremos al estudiar su lucha. •rerminó esta virla en la ciudad de Ronda, truncada por el cólera que hizo estragos en Andalucía. No le habían permitido por sus achaques ir a asistir a los coléricos de la ciudad de Cádiz; par ece que en las cercanías de la muerte, un impulso le llevaba a la bella capital que le vió nacer. Se ofreció, en su afán de ser útil, para salvar a Ronda, y en efecto, él fué la única víctima del mal. En la vigilia de la Anunciación del año 1801, a los 58 años rle su erlad, expiraba abrazado plácidamente a su gran crucifijo, dejando a todos en la mayor consternación aun– que altamente edificados. Todo el pueblo acudió a verle. Es– paña entera se conmovió. Se dice que sus pies estaban blanquí-

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