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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 33 EL HOMBRE Surge en la ciudad de Cádiz. Parece aquella estar predestina– da para ser una nueva Covado:n,ga, pues si de allí parte la vida de este ascético Don Pelayo del espíritu, también luego habían de reunirse Jos fugitivos de todas partes de la península para formar una pequeña pero libre España, cuya raya mantendría el Capitán de Navío Don Diego de Alvear en el cortado puente de Zuazo. El día 30 de marzo de 1743, en una casa de la calle llamada de la Bendición de Dios, venía al mundo un niño, que ha– bía de ser tal hombre al correr de los años; fué bautizado con los nombres de José Francisco, Juan María y eran los apelli– dos, que por sus padres le correspondían, de la más noble pro– sapia, pese a la presentación de la casa natal : López Caamaño, Texeiro, Ulloa y Barceló le venían por línea paterna, y Garci– Pérez de Rendón, de Burgos, Ocaña, Sarmiento y Palomino por la materna. Su padre era natural de Tuy y su madre de Ubrique y en esta ciudad y en El Bosque estudió el pequeño José, sus primeras letras. Después fué enviado a estudiar latín a Grazalema con el presbítero don Félix de Haro y según dice posteriormente, en carta a su Director el Padre González: "con muy escaso aprovechamiento por mi rudeza e inaplicación". Los pl'incipios de los estudios 110 prometían en verdad, lo que luego había de ser el joven Caamaño. Después siguen los estudios más serios: de Metafísica, Ló– gica y Humanidades con los P. P. Dominicos de Ronda, y en ellos, a los 12 años de su edad, tampoco descuella sino por lo torpe. Tenía la nariz lesionada y pronunciaba la d como t. Sus condiscípulos se burlaban de él llamándole "Burro Mudo". Al fin fué dejado por imposible y devuelto a sus padres. Para ter– minar este cuadro tan poco prometedor de un,a gran figura, consignemos que "conservaba notable repugnancia por el es– tado religioso" y .. . "¡máxime Capuchino!".

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