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32 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE poco la figura del señor Arouet para ser sorprendido en trance de bendición : ¡Anomalías! De los vinos que le enviaba el de Aranda también hablaba con entusiasmo y refiriéndose despectivamente a las épocas de Lerma y de Olivares di<ie que en sus tiempos no había tan bue– nas fábricas de porcelana como las que fabricaban sus regalos. Por su parte Aranda admiraba todo lo francés nuevo, en :su carta a Floridab~anca se expresa entusiasta de Rouseau :, "me dice (refiriéndose a este último) que continuando España así dará ley a todas las nacior..es, y aunque no es ningún doctor de la Iglesia, debe tenérsele por conocedor del corazón humano y yo estimo mucho su juicio". Floridablanca seguía a Aranda, él ha– bía sido el embajador .en la Santa Sede para la expulsión de la Compañía. Campomar.·:es, Azara y Roda completaban el "equipo" y más tarde los asiduos contertulios regalistas de la de Montijo encontraron firme apoyo en Urquijo. Este había traducido la "Muerte de César, de Voltaire" y la condesa el discurso que precedía la traducción; ello les hizo sospechosos a la Inquisi– ción, que prohibió la obra y su prólogo. Contra todos ellos habla el Padre Cádiz en la pastoral para el Prelado de Mondoñedo. "Estos monstruos de impiedad que contristan hasta lo sumo y que turban con su malignidad la paz de la Santa Iglesia, no sólo deben ser de todos abominados co– mo enemigos de Dios y de su Santa Ley, más también nos obli– gan a que les hagamos frente, resistiendo a sus persuasiones y oponiéndonos a sus máximas e ideas fatales, seductivas y perniciosas". Con el ambiente del extranjero rodeando e influyendo cons– tantemente en España, con lo agradable que es el placer, con el torbellino de la Moda, con Ministros que abrían la~ puertas a la invasión tenía que enfrentarse el Padre Cádiz en su labor misionera. Estudiaremos la batalla en cada una de sus partes pero antes veamos al hombre que surgió contra estas adversi– dades y consideremos con qué armas contaba.