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16 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE través de los horrores de los sitios con que la apretó el Francés. Y en otro de esos castillos del Bien que guarnece la Orden Capuchina, algo parecido en situación, al pie de otra escarpada sierra y también con gala de cipreses semejantes al que delante de mí tengo: el de Ubrique, la voz de un niño se dejó oír en las oscuras soledades de la capilla: ¡ Enséñame Señor que yo apren– deré!, clamó. No era torpe nó, como lo creían los que le rodeaban y que de él se rían por saber declinar más o menos bien el "musa"; "musre". Aparecía sumamente torpe, pero el pequeño José, que jugaba a las capillitas y ansiaba ser "Misionero, capuchino y Santo", después de inesperada gracia sabía mucho más que ellos: Sabía cual era la fuente de toda sabiduría, a ella acudió y al verterse glenerosa sobre su inteligencia, como si ese ruego infan– til y de viejo salmo hiciese el milagro, le hizo un genio. "'Cobré fama de gramática"-dice él mismo-y... el "Santo saco hizo el resto". Volvamos al Jugar que el volar de la imaginación nos hizo abandonar: Casi anochece, el ciielo se mira en una central fuen– tecilla y entre el correr del alegre pero monótono surtidor. oigo cadenciosos, los versos precisamente dedicados al Padre Cádiz, que un buen fraile me lee. Aparecen unas barbudas figuras de hermanos que ejecutan en el huerto los últimos trabajos de la jornada. Sus sayales está pálidos, comido su color por el sol andaluz. Parecen formar parte de una estampa vista allá en Palestina. La reducida comunidad va reuniéndose con la proximidad de la refacción. Sus tonsuras y la forma austera de sus hábitos. transportan al medioevo: Al hacer la reforma capuchina, se buscó y se encontró la esencia de lo antiguo. Hablando del Beato Diego, todos lo hacen con respeto y veneración: E s la suya sin duda una figura señera. No ha mucho, en este mismo convento que un día vieran sus ojos hoy comidos por la tierra, se celebró la bendición de una imagen que lo representa, con su gran crucifijo. Hubo ve– lada literaria y función religiosa. Vinieron las de Villapanés,

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