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EL BEATO DIEGO DE CÁDIZ 13 en su Cuerpo. Este ayuntamiento casual de los dos elementos trae a mi' mente la gran devoción que al Santísimo Sacramento profesó el Padre Cádiz, sus desvelos, sus vigilias junto a él, sus terribles sermones de enemigos y actos de contricción con la Sagrada Forma en las manos. Por no sé qué oculta fuerza todo lo que me rodea me habla de él. Pasa por mi lado una pequeña vagabunda y con gran donaire zahiere a! empleado de consumos que hace su paciente centinela a la salida de la población. La vista de ambos me dice del Pueblo de España. De esas masas a veces equivocadas que luego vuelven al cris– tiano redil como ovejas descarriadas, con el arrepentimiento de los hijos pródigos. Me dice de aquel pueblo contemporáneo de Fray Diego en donde prendieron con la mayor fuerza la!! predicaciones de su santo apostolado. La tierra que piso parece gritarme que es La suya: la por él conquistada en su continuo caminar misionero; la que sirvió de lecho con el campero dosel de vivos encajes VJegetales, ramaje de algún árbol protector, con los cielos como techo incomparable y grandioso, arrullado por el cantar de innumerables insectos en horas de la canícula. Tierr:a que al fin tomó un día posesión definitiva de su cuerpo ator– mentado por abstinencias. y disciplinas. Cerca: En Ronda, un día del año 1801. Me aproximo al convento; frente a la puerta unos caballis– tas vestidos a la andaluza ; el grupo recuerda a los que en Bai– lén cargaron contra las huestes napoleónicas. La intervención de los Capuchinos en el ejército de Castaños fué muy valiosa; hasta en su reclutamiento intervinieron grandemente los de Cádiz. En Bailén hubo muchos, ,jóvenes y viejos, todos entu– siastas seguidores de las predicaciones del Beato Diego. El ar– dor bélico, nacido de la seguridad de defender una causa justa: no sólo la independencia de la Nación sino su Fe y la d~ sus mayores, sus costumbres ancestrales y sus tradiciones :más queridas, es decir: la Patria toda, fué en gran parte infundida por aquellos hijos del Poverello, de pardos hábitos, hermanados con los brillantes uniformes militares de la época, que conso-
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