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90 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE mitad del siglo XVIII y que pese a no ser escuchado tanto como merecía, estableció los fundamentos para la salvación de Es– paña, a través de "los males sin cuento" que él mismo predijo y que habían de llover sobre nuestra Patria. A pesar de la persecución postrera que canceló su muerte, la "Gaceta de Madrid" publicó una sentida n{)ta necrológica. rindiendo oficialmente justicia a los méritos de nuestro tauma– turgo. En ella decíase entre otras cosas: "varón verdadera– mente Apostólico, de ej·emplar vida y doctrina y singular mi– sionero. Corrió a pie las más de las provincias de España, haciendo Misión en todas partes con el aprovechamiento espi– ·ritual del pueblo, que es notorio a toda clase de personas". A su muerte el país entero se contristó; probablemente hasta sus mismos enemigos sintieron el arrepentimiento de lo irreparable. Corrieron de mano de mano multitud de necrolo– gías con datos biográficos. LAS RELIQUIAS Unos pobres huesos es lo que de su cuerpo nos queda, pero la misma pobreza y las mortificaciones que sufrieron en vida, los haee ahora aparecer más gloriosos. Uno de los que se con– serva es su laringe, parte tan privilegiada de su humana ana– tomía y que tanto intervino en la difusión de su idea por la palabra maravillosa, que oían treinta o cuarenta mil especta– dores. Algunos objetos piadosos y otros de uso personal, comple– tan, en lo material, lo que nos queda del insigne taumaturgo. Todos, por lo que evocan, parecen rod~eados por una corte de honor de fantásticas figuras del pasado: de :acciones que se es– fumaron y que ya no quedan ni en la memoria de ningún vivo: !J!le únicamente podemos tratar de reproducir por el imper– fecto medio de la imaginación, en auxilio de la lectura de lo que

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