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88 CARLOS MARTÍNEZ VALVERDE en la Real :\Iaestranza de Ronda, previa prueba de lo noble de su linaje y licencia del Hermano Mayor el Infante Don Gabriel; la de Valencia le nombró su Capellán. Diversas sociedades culturales, tan en boga en la época, pese a sus ribetes enci– clopedistas, pospusieron la vana ciencia del siglo que perse– guían como mó.vil fundamental, para reconocer en primer lugar la verdadera sabiduría, difundida por aquel capuchino; así pues, las Sociedades de amigos del País de Sanlúcar, Osu– na y Motril le nombraron socio honorario y ya hemos visto cómo dió las gracias a esta última con una verdadera lección de elevada moral. También le acogió en su seno la Sociedad de Medicina de Sevilla. Las Ordenes Religiosas le concedieron los tratamientos máximos y las mayores prerrogativas para dirigir a sus sacerdotes y entrar en sus clausuras. Por los selectos de la nación fué, pues, reconocido su gran mérito si bien fué perseguido, principalmente al declinar de su vida, por los poderosos, cuando estos vieron que la humil– de energía de este varón era un fuerte enemigo para sus planes. Este fué el honor máximo otorgado por el Cielo: la corona de la persecución injusta que había de elevarle aún más. Y perseguido precisamente acusándole de lanzar con– ceptos heréticos y de insubordinación, él que era todo fe, dis– ciplina y fervor: paladín firmísimo de la Iglesia de Roma. De las alocuciones que pronunció como acción de gracia ante las corporaciones que le honraron con Jos títulos antes enunciados, las hay que encierran todo un programa de ac– ción para los que se los otorgan y no es la vana lisonja preci– samente la que preside esos gratulatorios discursos. Un ejemplo de ellos, es el dirigido a la Real Maestranza de Valencia: sobre los deberes del Caballero Cristiano, otro el pronunciado ante la Real Sociedad de Amigos del País de Motril, ambos ya enun– ciados anteriormente. En otras ocasiones se esfuerza mucho en explicar el por qué de su aceptación, hija de la obediencia de– bida a sus superiores, que son los que se lo ordenan; expone además su ignorancia y su poco valer. También declara que,

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