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-84- cuando van sus madres por ellos no se quieren ir, y se esconden para no verse privados del cari– ño purificado en el 1 crisol de la más pura cari– dad que las Hermanas les tienen. Como medio .de corrección no pocas veces emplean las Her– i11anas la amenaza de· entregarlos a sus madre·s cuando vayan a verlos; tal 1 es el bienestar que los goajiros sienten en ese ambiente cristiano y civilizador. Instrucción y trabajo. Lomo hemos indicado, los niños goajiros, después de oír la santa misa, bañarse y des– ayunar, a las ocho de la mañana, comienzan ]a escuela. Y aquí es de admirar l:o ingenio– sas que están las Hermanas para poder sos– tener a sus alumnos dos horas, enseñándoles lectura combinada con la escritura; Aritméti· ca, Catecismo e Historias · Sagrada y Patria. Quien aLm entre niños ·civilizados haya experi– mentado lo difícil, que es la tarea de enseñar, podrá deducir la dosis de consagración a tan arduo trabajo y de paciencia que se necesita para enseñar a niños creados en un ambiente enteramente salvaje. Sin embargo, las Herma– nas, que tánto quieren a sus goajiritos, sacan– do todo el partido posible de una materia tan poco dispuesta a la instrucción, han logrado enseñarles a los mayorcitos a leer, escribir, ha– cer cuentas, Catecismo e Historia, 1 1 o que se vio palpablemente en los exámenes que tuvieron lugar el 31 del mes de diciembre del año próxi– mo pasado, delante de· personas tan respeta– bles como el señor Vicario Apostólico; el se– ñor Prefecto de Ríohacha, don Francisco C. Fuentes; el señor Administrador de 1~ Adua– na, don J. J. Mazenet; el señor Comisario de La Goajira, don Francisco D. Pichón, y los se– ñores don Miguel Pimienta R., don Juan B. Freile, don José María Valdeblánquez y don Gratiniano Gómez.

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