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- S~ , Admisión de niños. En el. Orfelinato sólo se admiten niños v n.– ñas goajir~s, prefiriendo los de pura raza á !610 mestizos. Esta se hace sín violencia de ningu– na dase: el indio goajiro que impuesto de la caridad y ternura con que las Hermanas cui– dan a los niños, quiere dejar en el Orfelinato un hijo, lo deja, y cuando se lo quiere llevar lo saca. Y éste es el único medio, aunque parezca extraño, de tener algunos niños, pues nada se haría con la viol,encia. No es más furiosa la leona que una india cuando violentamente s~ quiere arrancar de su seno al hijo, ni más mansa la ovejil,la cuando por el cariño y el amor se conquista su corazón, siempre receloso, para que se desprenda de lo que le es más caro, su hijo, y lo deje en el Orfel,inato al cuidado de las Hermanas. . Prolijos nos haríamos si tuviéramos que describir multitud de episodios curiosos que se realizan cada vez que una india deja a su hijo en el. Orfelinato o se lo va a llevar. P ocos me– ses h ace presentóse una india joven, pregu~tando por la Hermana Verónica, Hermana que lleva en sus venas toda la vida del. Orfeli~ nato. -¿Caza guayú? ' (¿Qué quieres ?). - Me han dicho-contesta la india-que tú cuidas y quieres mucho a los niños ; vengo a traerte mi hijo para que tú lo quieras mucho y me lo cuides como si fuese hijo tuyo ; yo soy de muy J,ejos, me voy a mi casa; cuando me dé tristeza vendré a verle. E l niño está en el Orfelinato y cada vez que la india, su madre, lo ve, se pone muy contenta . Hay algunas indias que a pesar ele ser gus– tosas en t ener a sus hijos en el Orfelinato, no pueden r esistir aL clolor que les ca'usa su sepa– ración, y después de algunos meses van en bus·– ca de ell os; pero en la generalidad aconte::e que
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