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-81- sido el primer ensayo, cuyos resul.tados son eminentemente prácticos, según verán nuestros amables lectores. Comenzaremos por dar al,gu– nos detalles referentes a la creación de La obra. Su institución. La acción continua y civilizadora de los Pa– dres Capuchinos se ha estrellado en todo tiem– po contra I.a índole y carácter de los indios,. quienes, en el estado rudimentario y salvaje en que viven, muy poco caso hacen de lo que no sirva para el sostén de la vida puramente ani– mal. De ahí que ningún esfuerzo hagan para que sus niños aprendan y se civilicen; y más bien los aparten de todo elemento educador. Pero el ·celo apostólico tiene sus industrias ba– sadas en la caridad y en el sacrificio, y era ne– cesario que los Padres Capuchinos pusieran en práctica una de ell,as, concluyente y eficaz. · En efecto: al ver que Las escuelas, con la organización que tienen en el país, son de muy escaso resultado entre l,a raza goajira, inten– taron levantar un edificio de bahareque y de barro barato, por supuesto, por la escasez de fondos, de unos r6 metros de largo por seis de ancho, con su correspondiente comedor, el cual 'tuviera dos dormitorios, uno para tres Herma– nas y otro para albergar unas cinco o seis ni– ñas, pues a más no aspiraban, por lo raro que pudo parecer la obra a los indios goajiros. Construyóse una capilla, e inherente a ella una diminuta habitac,ión para el Padre y Her– mano Misioneros. Los trabajos comenzaron el 7 de enero del año de 1910, y el 13 de junio del· mismo año los edificios estaban como se ven en el grabado. En varios números de la revista Ecos de la Mi– sión, que los Padres Capuchinos editan en Río– hacha, anda publ~cado todo lo referente a la inauguración de la obra y a las varias y simpá- Sierra Nevaaa-6
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