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5- nes por el Putumayo, Caparaná, Orteguasa y Amazonas ; levantó los planos del pueblo de Florencia sobre el Orteguasa .en el Alto Caque– tá; conoció las dilatadas y feraces vegas de esos ríos; visitó y vivió con los indios orejones y pio– jes, huitotos y otras castas de la zona amazó- · nica, y Uegó a !quitos, donde pudo apreciar toda l.a labor peruana, del. Napo al Putuma– yo y desde el Ca quetá hasta el Vaupés, aca– parando todo el caucho que el hevea y casti– lloa producen en abundancia en esas vegas. El resultado inmediat o de su trabajo fue la aper– tura de un camino que desde Pasto comunicara con el Putumayo, a travesando los páramos an– dinos, La Cocha y otros escarpadísimos lugares de la Sierra, hasta llegar al hermoso vall.e de Sibundoy, y de allí a J,as cálidas reglones de Mo– coa. E l mismo trazó el camino y puso a sus frai– les de capa tac.es e inspectores de la obra, obli– gados muchas veces a tomar el hacha y la pa– lendra, a pasar días enteros en profundos loda– zales, sufriendo el frío g l,acial de los pá ramos y la lluvia torrencial que con frecuencia les caía encima, a dormir en improvisados ranchos y a dar ejemplo de paciencia, valor y heroísmo a sus compa ñeros de trabajo y fa tiga s. En la prensa de Bogotá y en el Ministerio de Obras Públicas están los informes brillantí simos de los Ingenieros Oficiales manda dos por el Go– bierno a inspeccionar el camino. E n vis ta de estos reultados y de la urgencia de concluír cuanto antes el camino, los Gobier– nos del General González Valencia y del doc– tor Carlos E. Restrepo prohijaron la obra, y en el Presupuesto de gastos de estos tres últimos años vienen fi gurando partidas de considera– ción pa ra tal objeto. La suerte pues del Caque– tá irá forzosamente unida al heroísmo de los Misioneros Capuchinos que pusieron a contri– bución todo su saber, toda su virtud y toda su vida por conservarlo bajo el simpático pabellón azul , gualdo y rojo de la bandera colombiana. \

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