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-75- ~ho río, faldeando el cerro de Buenos Aires, en la dirección sudoeste; atravesámos cuatro cu– chillas que nacen de la cumbre de dicho cerro y que bajan a morir a orillas del mismo río. Después de mil peripecias y extenuados por el -cansancio, resolvimos a las cinco de !,a tarde hacer alto, y sobre el 1 suelo húmedo de la mon– taña, en un plano inclinado y sin abrigo de ninguna especie tuvimos que pasar la noche, a la altura de 6,375 pies y bajo 1 1 a temperatura de I S grados. El día7por l,a mañana, y a corta distancia del lugar donde pasámos l,a noche, encontrámos el otro paso que buscábamos. Esta garganta se– para las cabeceras del río Buritaca y una que– brada tributaria del río Córdoba. Regresámos al1 campamento por la misma trocha que el día anterior habíamos abierto, ,estudiando al mismo tiempo las desviaciones que se le deben hacer 'al, trazado. Al siguiente día nos preparába!.nos para con– tinuar la exploración hacia la otra cordil\era, pero en esos momentos llegó un posta lJevan– do una carta del Jefe de las fuerzas acantona– das en esta ciudad, para el Padre Segismundo, donde con urgencia le pedía la tropa con la cual trabajábamos. ?\o habiendo con quién continuar la trocha, resolvimos regresar a esta ciudad, lo cual hicimos al siguiente día. En un mes, con nueve soldados solamente, venciendo mil dificultades y con escasos recur– sos, eJ, Padre, debido a su tenacidad, y deseoso de llevar a feliz término tan importante obra, ha explorado más ele doce leguas, dejando cua– tro leguas ele camino, que con pequeñas varian– tes y el desarrollo correspondiente podrán trans– formarse en un buen camino cl'e herradura, y ocho leguas ele trocha, estudiadas científica– mente, que servirán ele base para el trazado de– finitivo. En lo que se ha explorado, el camino, en su mayor parte, podrá construirse por terrenos

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