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- GG -'--- diterr:íneos? Dien conocéis ~osotros que el au· tóctono del Tairona, guerrero ario de raza al pensar de ilustres hombres, no cejo a los ter·· cios españoles en más de un siglo de batallar, y que sólo la muerte y la fusión con los conquis– tadores hicieron cesar e1 1 clamor de las armas en los profundos flancos de l~s serranías; que doscientos años de rudo batallar con naciones que querían apoderarse de tierrafi.rme; así an– glos como hugonotes, no dieron tregua ni re– poso a las ciudades costeñas para vivir la apa– cibl,e vida de Arcadia de aquellos compatrio– tas nuéstros que tañían la vihuela sentados a or.illas de las fuentes en las pintorescas arru– gas de los Andes; y cuando ya estos litorales señoreaban en el mar Caribe, tras hechos que no les ceden a los ele Roma, con espléndidas ciudades como Cartagena de Indias, en don– de vivían mil familias cuyos hogares costaba cada uno cien mil1duros; con varones ilustres, nobles, ricos e ilustrados, con nombres qlle figuran en parte en nuestra Epopeya Magna, y otras ciudades y villas costeñas, prósperas, en que formaba una pléyade riente; todo, todo con treinta mil famil.ias desaparecieron en la vorágine transformista de la guerra civ,il ele Independencia; y ¡oh dolor! en aquellos cen– tros de cultura y de riqueza, en que somos l,os \ lustres varones, conocidos unos, ignotos otros, nuestros antepasados inmediatos perdieron sus vidas, sus haciendas, sus familias, sin vislum– brar siquiera el feliz albor de 1 1 a libertad, y de muchos se olvidaron sus apellidos solariegos; y aün hoy, honorabl,es Diputados, a cien años de distancia, sus descendientes legítimos vi– ven como colonos meclioevales, sin esa libertad para gobernarse q11e soñaron los Padres de la Patria, y l,o que es más doloroso, casi siempre sin participación en el Gobierno, de quien nos separa mayor tiempo que de la tierra de ul- tramar. ·

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