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-65- te, la templada y la fría, fértiles para múltiples productos, con cercanos puertos marítimos, sin rivales preferibles en el mundo. Es decir, que el Magdalena, en su parte física, es un mi– croglobo terráqueo. Sabéis asímismo que apar– te de esta gran moLe y de Las pampas existen los Andes magdalenenses, que por cien leguas forman la prolongación de la alta cadena, la gran cima que señaló Suers, alrededor del lago de Maracaibo, y cuyas vertiente·s occidentaLes y norte nos pertenecen. ' Y sin embargo, al considerar vosotros, como de un inmenso aeroplano que se cerniera a más de 6 ,000 metros por sobre la cumbre ele la Sie– rra Nevada ele Santa Marta, sólo veríais ta– chonado el verdor de sus valles y vegas marí– timas por una guirnalda de ciudades y vil.las antiguas, que esperan del tiempo y del momen– to ele ventura, que dice el Ecclesiastés, para al– zar el vuelo de1 1 progreso, y que son, de Norte a Sur, R-.íohacha, Santa Marta, La Ciénaga o I\' ueva Córdoba y Valledupar, vetustas ciuda– des; y Camarones, Dibulla, Taganga, Bonda, Mamatoco, Gaira, Tomarrazón, Barrancas, Fonseca, San Juan de Cesar, Badillo, Villanue– va, Valencia, villas, aldeas y sitios antiguos. Y si pudierais penetra r las selvas con la mira– da lumínica de los rayos X, veríais las ruinas de Pal.encia, Tudela, Batoma, Nueva Sala– manca, víctimas de excursiones piráticas, al Norte, como !,as de Ecija, · Sevilla y Granada, que reviven al fragor del ferrocarril en Ríofrío, Sevilla y Aracataca, asentados quizá so.bre sus seculares recuerdos. ¿Porqué no está nuestra tierra próspera y floreciente desde hace siglos? ¿Porqué la be– llísima campiña de Bogotá, las montañas de Antioquia, los valles de Chiquinquirá, Sogamo– so y Cauca, se le adelantaron, siendo tan me- Sierra Nevaaa-5

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