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-50- zo : el ánimo del que emigra necesita de auxil:io espiritual: hace más de cuarenta años que es– toy despachando emigrantes." No es, señores, el fanatismo quien habla, que en estos momentps es l,a razón la que discurre, la experiencia de las cosas de la vida. E l hom– bre, animal religioso, después de satisfechas sus necesidades fí sicas y sociales de aquí aba– jo, busca al,go ultrateí-reno que no encuentra en la superfluidad de las cosas pasajeras, sino en aq1,1ello que es estable, fijo y durable, alre– dedor de lo cual,se mueven todas las cosas, algo invisibl e que la pluralidad de relig iones, de sectas y de ritos demuestra cla ramente ser ne– cesario a l twm bre. Y el, colono que lejos de su patria y de su hogar lucha con una naturaleza bravía, únicamen te por mejora r la suerte de sus hijos, exponiendo su salud a los rigores del clima, a los duros ti·abajos del campo, necesita recordar con frecuencia la igl esia y el campa– na rio que lo vieron nacer, al Cura pá rroco que lo afi lió al. seno de la Ig lesia, el altar d onde se a rrod illaba con sus hijitos, ofreciéndoselos a]. Dador de todo bién. Estos recuerdos consue– lan al colono, alimentan su espíritu, fortifican su flaqueza y le dan nuevos bríos para conti– nua¡: incansabl,e su labor redentora ; pero ·sin el bálsamo ele la relig ión, que le proporc iona la humilde capilla de la col,onia, el espíritu del emig rante decae y desfall ece, hasta el punto de abandonar su empresa, buscando en otra pa rte los consuel,os de la religión. Dos colonias solamente deben fundarse aho– ra, si el Gobierno Nacional y el Depa rtamental del Magdal ena, más la Junta Nacional ele la Obra ele las Misiones, y todos vosotros, pres– táis apoyo. Se ensayará toda clase de culti– vos, especialmente los que se presten a un se– guro consumo y a una fác il exportación. Los a rtícul os más indicados son: el t rigo, la cebada y I.a avena, entre las g ramínea s; ga rvanzos, len– tejas, habas, fríj oles y guisantes, entre las le-