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• • -48- ropeas. El consumo de hortalizas en París as– ciende a muchos centenares de toneladas dÍa·· ríos, qu·e representan muchos miLes de francos. Nueva York, Chicago, \'Vashington y Buenos Aires consumen igualmente enormes cantida– des de verdura. Los trabajadores del Canal y los habitantes de las poblaciones de Colón y · Panamá harían un consumo importante de este artículo, desde el momento que se estable– ciera un mercado regular de abastos en Colón. No tardaría mucho en ser mayor la demanda que la oferta, máxime desde el, momento que se inaugure el Canal interoceánico. La provi– sión de verduras y frutas para los barcos cons tituiría una fuente de riquezas igual o superior al cul.tivo del banano. Lo que más se apetece a bordo de los buques, y lo p6mero que encar– gan los desp'enseros a los consignatarios de ·los barcos, es la consecución de estos artículos en abundancia. Debe por lo tanto el, Departamen– t o ganarse a todo trance ese mercado: ninguno tiene las ventajas de nosotros, como ninguno tampoco . carece tánto de ingresos como nos– otros, y la ocasión que se nos brinda no debe– mos rechazarla en manera alguna, sino fomen– tarla hasta el l9gro completo ele nuestro de– seo. Y no sólo la hortaliza debemos explotar en la Sierra Nevada, ya porque se carece de este artículo en toda región, ya porque las condi– ciones ·del terreno se prestan para ello, sino también los árboles fr utales, que darán esplén- ' . elido resultado. El naranjo, la chirimoya, la granaclillay·la curuba antioqueña se darían muy bien en la. N evada. La riqueza de las Provincias agrícolas de Valencia, Castellón y Murcia pro– viene del cultivo de los á rboles frutales, entre los cuales ocupa lugar preferente el naranjo, de cuyo fruto se exportan a los mercados ele Eu0pa y de América más de tres mil setecien- tos cincuenta millones de naranjas, que dan un buen rendimiento al agricultor, y es la base de
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