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-34- de San Sebastián. Nosotros nos compromete– mos a poner ese camino al tráfico en un año, si el Gobierno Nacional y el Departamental nos prestan su ayuda, si las importantes Compa– ñías The United Fruit Company y The Santa Marta Railway Company Limited, la Inmobi– lié Agricole, y los valiosos elementos de civili– zación y progreso radicados en esta ciudad, prohijan la empresa y cooperan a los gastos, y no dudamos que así lo harán, dadas las condi– ciones especiales de estas Compañías. No hay más que recordar lo que era esta ciudad antes de colocar la' primera traviesa del ferrocarril, antes que plantaran los primeros campos deba– nano, antes ele que en la falda norte de San Lo– renzo se sembraran las primeras matas ele café. Santa Marta, en aquel entonces, carecía de co– mercio, era una ciudad muerta, que había cedi– do su puesto ele honor a Barranquilla 1 la cual, después de 1 1 evarse el comercio, le arrebataba también sus mejores familias; mas hoy, al: con– juro de la Locomotora, que vertiginosa re– corre sus campos, le han vuelto la vida y el comercio, y a medida que este camino de hie– rro penetre en el interior, pronto veremos las regiones fértiles clel 1 Ariguaní, las ricas minas de cobre ele Camperucho y las producciones ele café y cacao ele El Vall.e, aumentar el comer– cio y la riqueza ele esta ciudad. El trabajo de Mr. Marshal y de sus dignos compañeros ade– lanta y prospera, no con· la rapidez de nuestra imaginación tropical¡, sino con la estabilidad y fijeza del carácter anglosajón. La Compañía ele fruta ha obrado otro nuevo prodigio. Los cam– pos ele Ríofrío, Sevillta, Aracataca y Fundación eran extensas llanuras, pobl~das de espesísimo bosque, sin aplicación ninguna inmediata, don– ele se paseaba el tigre en busca ele su codiciada presa; mas ahora, recorred esos parajes, y ve– réis bellísimos "campos, y vuestra admiración no tendrá límites al ver lo que hacen l 1 a fe y la constancia de Mr. Carr, del señor Montejo,
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