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-27 - deas, leguminosas (género acacia ) y mimosas. T an variada es la flo ra de la N evada que pocas familias botánicas dejan de t ener digna repre– sentación en géneros y especies, pero especial– mente las útil es para la con strucción y ebanis– tería, como el g uayacán , cedro, caoba, ébano, d e . Quéjase Simons de la pobreza vegetal de la Nevada, donde es bien raro encontra r vege– tación lucida : cuestas escar padas y desiertas, coronadas de perpetua nieve, solamente pre– sentan en la superficie un decorado de yerbas débiles, por donde se ven cor tar numerosos arroyos, quebradas y ríos, mient ras que puede notarse que en los .fl ancos de la Cordill.era ele los Andes, al través del valle que baña el. río Cesar y en la d irección ele V illanueva, hay sel– vas frondosas e impenetrabl,es, producto de una vegetación rica y enérg ica, a una alt ura que puede aprecia rse no menor de diez a doce ¡;nil pies. Esto me confirma más en la opinión que había formado en mi excursión al San Lo– renzo, el e que Mr. Simon s no recorrió la parte norte ele la Nevada. E l Circaíno, el Chalui y ot ras montañas que a rrancan el e los mismos nevados t ienen una vegetación dig na de la Zona Tórrida, y a medida que se a proxima a la reg-ión circumpol,a1·, la vegetación disminuye y queda representada por las familias y especies que antes h e men cionado. Hay a lg unos cerros ' completamente rocosos, con una d"elgadísima capa vegetal, cubier tos de abundante paja; pero en las montañas, donde la capa vegetal. es más profunda, la selva sube hasta donde la de– tienen los fríós de la Nevada, y aun aq uí mismo encontrámos la thibaudia macrophyla, el hes– peromeles obtusifolia, el hypericum thesiifo– lium y otras especies que abundan en los pára– mos de Cunclinamarca. También hemos visto en el mapa d e Mr. Simon s otras graves equi– vocaciones respecto a la posición geográfica de los pueblos de los a rhuacos, como Santa Rosa, · Santa Cruz, San Mig uel y P alomino, y al cur-

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