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-15- Las nubes también ofrecen sus bellezas. Cuando pasa una tormenta, se van poco a• poco disipando las nubes que cubren el horizon– te, y toman distintas formas y coloridos capri– chosos, modelando en el cielo fantásticas figl,l– ras que se destacan en el fondo azul del firma– mento. Acababade i.lover; las nubes, como aver– gonza.das de _haber bañado tan reciamente la tierra, se iban poco a poco bajando para re– conciliarse con ella, hasta besarle los pies ;nubes q1-~e bajaban y subían, tomaban una dirección y la desandaban; volvían a inclinarse hasta lo profundo del valle, y se levantaban hasta tomar – una posición tranquila y reposada junto a la madre tierra, como si fuera común el lecho de ambas, como lo era el de su primer origen. El Sol, al retirarse de la escena, teñía con débiles reflejos aquellas nubes que momentos antes· aparecían tan turbulentas e inquietas. Nos– otros, desde nuestro observator.io , -descubría– mos el gran laboratorio de la naturaleza, don– de la luz, en asocio del agua y del 1 aire, elabora– ba meteoros que llevaban la destrucción y la muerte a la tierra. Be!Jo era todo esto, pero el cierzo que sopla– ba de la N evada nos obligó a suspender nues– tras observaciones y a retirarnos a la casa, y al-lí, al amor de la lumbre, pasámos una de !¡as más gratas noches de nuestra vida, por vernos junto a las nieves perpetuas y por haber pasado una de las partes más difíciles y agrestes de · nuestra explpración. Bien temprano .pasámos el páramo de Mu– kuamalagueka, que estaba cubierto de escar– cha y donde el termómetro marcó 2 grados centígrados. El frío era intenso, y desde aquí vimos claramente la ciénaga, toda la orilla del mar, hasta las Bocas de Ceniza, y por estar nublado no pudimos distinguir la ciudad de BarranquilJa. Deba jo de estas crestas vimos dos profundísimas iagunas, que dan principio al Ríofrío. El indio que nos acompañaba nos :

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