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-13- ··Descansámos unos días en Palomino hasta que reunímos los indios indispensables para continuar nuestro viaje. Silvestre Labata, el más civilizado de todos los arhuacos, nos propor– cionó indi'os que nos l~evaran el equipaje a un platanal suyo que tiene junto al río Egemeshi, afluente del Don Diego, y nos indicó .una pica o trocha abierta por él, por considerarl,a más útil a nuestro intento. Ocho horas gastámos en lle– gar al fanwso platanal, de Labata, donde su hijo nos recibió con la mayor indiferencia, sin mo– verse de su chinchorro. No estaba acostumbra– do a recibir semejantes visitas, y debido a esto o al mismo miedo le faltó ánimo para ser más atento con nosotros; pero siempre le pedímos unos plátanos, que nos regaló con algunas ahu– yamas y mazorcas. De aquí seguímos en dirección norte, a bus– car el. Don Diego; pasá'mos el río J ámichi, tri– butario del Don Diego, y después de caminar dos hotas, encontrámos el Hulueshi, o río Don Diego, caudaloso, de aguas puras y cristalinas, pero tan impetuoso, que no pudimos vadearlo de ningún modo. Por esta razón nos dirigímos. hacia el Sur, durante varias horas, hasta encon– trar el¡ único paso va'deable, pero siempre con algún peligro, por la mucha agua que llevaba, como en efecto me sucedió, pues al intentar vadearl,o- perdí el punto de apoyo que llevaba y fui arrastrado por la corriente, donde hubiera perecido si el1Padre Bernardo no me prestara una pronta y eficaz ayuda. El hermano Angel y 'Un gendarme estuvieron a pique de ser arras– trados por la corriente, y hubo . necesidad de prestarles ayuda. Extenuados por el cansartcio,y mojados,con– tinuámos nuestro viaje por bosques· seculares y fértiles llanuras, hasta el platanal de Juan Ja– cinto Jándjua,indio arhuaco muy rico, que tiene bastante ganado, casas y sementeras en todo el camino que ·recorrimos hasta San Andrés de Ríofrío; desde este· punto, llamado Bumhuama-

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