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-8- abundante y salven la vida de miles y mil~s de reses que anua1 1 rhente perecen de hambre y sed, las que obligan al indio a vivir toda su vida errante, sin yugo ni ley que lo domine; pero du– damos de que obtenga mayor éxito que el que obtuvieron sus predecesores, mientras el Go– bierno no atienda eficazmente a las necesida– des de esta región. Otro de los puntos más importantes y más desconocidos y menos estimados del Vicariato es la SierraNevadade Santa Marta..Cuatrocien– tos y pico de años hace que las generaciones civilizadas van y vienen del interior, sin fijarse en el gran macizo de la Nevada, único en todo el mar Caribe que ~lame la atención por su ex– traordinaria altura. Los pueblos, lo mismo que las personas, son rutinarios, y se privan de las – más grandes comodidades y•placeres de la vida por no sacrificar sus costumbres. ¡Cuántos alardean de no conocer el mar y de no haber– se bañado en sus ondas, de no haber probado la riquísima carne de sus peces, ni gustado los sabrosísimos moluscos qile en él abundan! Igual fenómeno sucede en aquellos individuos que viven bajo un sol abrasador, envueltos en una atrnósfera mefítica, comidos por toda suer– te de cínifes, saturados por el paludismo, y sin embargo no quieren subir a la Sierra próxima, a la montaña virgen, a la región nívea, donde respiran aire puro, sienten dilatar sus pul– mones, rejuvenecer su sangre, transformar– se en nuevos hombres, sólo porque nacieron en tierra caliente, abrigados por toda clase de ca– lamidades. Vengo pues a exponeros lo que es la Sierra N evada de Santa Marta, lo que debe ser; el resultado de nuestro viaje con sus peri– vecias y trabajos, y las concl¡usiones que hemos sacado respecto a su colonización. El día 20 de septiembre salímos a pie de Di– bulla, el Padre Bernardo de Torrijas, el; herma– no Angel de Bogotá, tres individuos de la Gendarmería, el señor Tomás Brito y yo, en

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