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-7 Nacional no haga efectivas las garantías que deben tener los que viven en La Goajira. En vano sacrificaron sus vidas los Misioneros Ca- _ puchinos en los siglos XVII y XVIII; inútiles fueron las tentativas de reducción del Ilustrí- simo señor Monroy, Obispo de Santa Marta. El señor Obispo de Dibona, que, constante siempre que se trata de hacer el bién, empapa– da su alma en las genuinas máximas cristia– nas, que dan expansión al corazón, especial- ~ mente cuando se trata de labrar la felicidad de nuestros semejantes, apenas es elevado al Epis– copado como Obispo in partibus infidelium y Vicario Apostólico de La Diócesis de Santa Marta, cuando el primer pensamiento que le asalta y sus principales actos son en favor de los indios. En tan laudable propósito, que hon- ra y honrará la memoria del Ilustrísimo señor doctor Romero, no ahorró ningún sacrificio, ni dejó de hacer cuanto es conveniente y necesario en favorcle los indígenas -dice un admirador suyo :- visitó los lugares de La Goajira, mandó celosos Misioneros, trajo a 'los Capuchinos, de– dicó la mayor parte de su vida a esta nobilísima empresa, se esforzó por interesar a los poderes públicos en tan benéfica labor, mas los goajiros no quisieron aprovechar de los heroicos sacri– ficios de tan caritativo Pastor. Idéntico resul– tado obtuvo Monseñor Celedón; no fueron más felices los trabaj"os de los sacerdotes holande– ses Juan Antonio T. Riele y Fernando Eduardo C. Kieckens; la labor de los Capuchinos a tra– vés de un cuarto de siglo no ha dado otro resul– tado que sacrificar la vida de más de treinta Mi– sioneros entre muertos e inutilizados por los rigores del clima. El señor Obispo Atanasia ha intentado un último y supremo esfuerzo con la fundación de orfelinatos en Pancho;Tucacas y El Pájaro; con La apertura de un camino que de Ríohacha atraviese tqda La Goajira hasta Castilletes, con los pozos artesianos que suministren agua

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