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-86- ( 191 r ), registre un déficit de $ 5,094 oro, pues– to que las entradas han sido de $ 10,330 oro, y los gastos de $ I 5,424. Si el Excelent.ísimo señor Delegado Apos– tólico, interesado grandemente en todo lo que sea contribuír al bién de la Nación, principal– mente en el fomento de las Misiones, no hu– biese duplicado el auxilio de mil pesos oro ( I,ooo) anuales que el Gobierno, de confor– midad con el convenio con la Santa Sede, daba a esta Misión en años anteriores, y si el señor · Vicario Apostólico no se rebuscara por todas partes, imposible que dicha obra se hubiera 1niciado y llevado a cabo. Si en sus comienzos se descuida la obra re– dentora ele los Orfelinatos, que con tan ingen– tes sacrificios ha iniciado la Misión Capu– china, ¿qué hay que esperar ele la importante región goajira? Si el Gobierno Nacional no la proteg-e deci– didamente, y la caridad del pueblo colombia– no no la prohija, ¿cuándo será la hora ele la redención ele los salvajes que pueblan aquella península? ¿Legaremos, en pleno siglo XX, a la posteridad tan triste herencia? ¿Dejaremos que nuestra historia nacional ele progreso y civilización se vea manchada con tan negro borrón? Si la opinión pública se conmueve ante el comercio inicuo que se está haciendo con los indios goajilros ele la parte oriental ele la pe– nínsula, ¿porqué no se conmueve ante el fe– roz salvajismo que aprisiona sus inteligen– cias, sus voluntades, sus espíritus, sus ener– gías y todo su sér racional? No hay pues que mirar con estoica indiferencia el porvenir de aquellos desgraciados seres, ni los desvelos de la Misión Capuchina, que con singular solici– tud los acoge, instruye y civiliza. Y si alguien quiere convencerse de esta verdad, que desfile ante el Orfelinato, como han desfilado, entre otros ·señores, el doctor Francisco Vergara

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