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-88- toma el camino por tierra, no puedo, Padre mío, explicar,lo que por entonces pasó en mi alma y en la de mi compañero. Cuando pusimos el pie en el suelo, nuestra mente recorrió en un instante todos los lugares que habíamos andado: vio los peligros, desprecios, lágrimas y sudores que habíamos te– nido en siete meses y medio; y al encontrarnos salvos y libres de todo eso, ¿cómo no alegrarnos? ¿cómo no debía saltar de júbilo en el pecho nuestro corazón? ¡Oh qué gozo no debe– rá ser para un Misionero cuando llegue al puerto de la Glo– ria! En el pueblito de Limón parámos dos días y medio, dis– frutando de la alegría que aún no se nos acababa; y fuimos luégo á continuarla en Mocoa, en c.ompañía de nuestros caros hermanos P. Hermenegildo, Lucas, Baltasar y Hermano 11- defonso, quienes nos recibieron con los brazos abiertos el día r6 de Marzo de r9o6. Su afectísimo en J. C., Fr. JACINTO MARÍA DE QUITO, M. C. Mocoa, 5 de Agosto de 1907.

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