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-86- CAPITULO XIX Sube el P. Sotntiago por el río Ortegulbza y visita los caseríos de Canelos Bodoquern, JJ1aneUa y Florenciar-Otro tanto hago yo en el Caquet~ con los indios Coreguajes y Macaguajes-Cambio consolador en las familias blancas existentes en el Orteguaza y en esta parte del Ca– quetá-Regreso del P ..t;antiago- Nueva na,·egación por el Caquetá, ha8ta Puerto Limón-Gozo i!Íexplicable-Llegada á l\locoa. En llegando á esta parte del Caquetá cambió casi por completo nuestra situación. Y aunque era ,·erdacl que nos restaba todavía lo más peligroso del río; empero, el sólo pen– sar qu e estaba poblado de gente blanca nos alegraba como no puede suponerse. Yo llegué á San Francisco Solano imposibilitado para continuar h marcha: fue, pues, mi primera determinación tomar unos días de descanso, en la casa de los buenos espo– sos Benjamín Plaza y Anastasia Reina. Y como el P. Santia– go se bailaba con más sa lud y celo de bs almas, me pidió permiso para irse por el Orteguaza á visitar á las gentes que viven á orillas ele dicho río. Accedí á tan buenos deseos, y se fue con los mismos bogas que nos habían sacado de Puerto Pizarra. Esta separación duró un mes; en cuyo ti empo logró hacer bienes inmensos á los habitantes de Bodoquera, Cane– los, ¡l¡J arsella, Florencia, etc. Tuve asimismo noticia de cómo dichos blancos recibieron al Padre con grandes demostra– ciones de amor y cariño, y le facil itaro n todos los medios necesarios para trasladarse de una parte á otra. Mientras que mi compañero andaba haciendo bi enes por allá, yo, un tanto restabl ecido, comencé mi mini skrio apos· tólico con los indios Coreguajes y Macaguajes, existentes en San Francisco Solano, en La Laguna y en .\"iJ/eras. Ratos placenteros me proporcionaron esws indios; y gozaba, sobre todo, cuando á la luz de la lun:t y á orillas del río los tenía congregados, y allí, unas veces, me entretenía con los grandes, enseñándoles á conocer á Dios y á la Santí– sima Virgen, otras veces me ponía también á jugar con los niños, que para eso se prestan las noches de verano en tan poéticas playas. Y como ellos no tiene n capilla ni cosa seme– jante, también en la misma playa y á la luz del astro nocturno administraba el santo Bautismo y unía en matrimonio á los que lo habían menester. · El convenio con el P. Santiago era que yo debía esperar– lo en Tresesquinas, para ele allí seguir juntos por el Caquetá. Pero viendo que los trabajos evangélicos nos hacían de-

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