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-So- á quitar. No por eso perdimos la paciencia, y :1 poco rato nos sentimos á comer un sa•ncocho como no lo he comido en mi vida, pues el mejor condimento fue el' buen apetito que teníamos. Al tiempo que disfru tábamo~ del frugal alimento se nos acercaron varios de los indios é i11Clia-;: mas y:'t no con aque– llos sembl;:ntes feroces, sino con algo ele bondad y manse– dumbre; y nosotros, al propio tiempo qu e les hicimos partí– cipes, también les advertimos lo malo que era la falta de caridad para con el prójin1o. Llegó finalmente la noche, y, la verdad sea dicha , la pa– sámos con muchos sobresaltos, porque relativamente eran poquísimos los que habían dejado aquella ferocidad que nos causó miedo á nu estra ll egada. No obstante, gracias á Dios, amanecimos con felicidad; y quienes pagaren el pato, fueron nuestros sombreros, pues en esa casa, quizá por ser nueva, había en abundancia una clase de bichos llamados grillos, y éstos se apoderaron de nuestras pobres prendas. Al día siguiente mi compañero iba enseñando las orejas por enci– ma del ala, y yo las sostenía con la funda impermeable para no quedarme con la sola copa. Así con tinuámos hasta llegar al río Orteguaza, en donde comprámos unos mspoues (som– breros de palma ordinarios), con los que salimos á Mocoa. CAPITCLO XVII Sobresaltos-Desamparo en medio del monte-Llegada á Puerto Pizarra y vista del Caquetá-Triste situación de unos enfermos abandonados por sus patrones. Inolvidables recuerdos me dejaron los Reyes Mago~ ese 6 de Enero. Y si no pude en aquel día ofrecer al Divino ' Infante los místicos dones simbolizados en el om y en el in– cienso, en cambio no faltó la .mirra de la tribulación y el sufrimiento, como lo veremos en el presente capítulo. Desde la tribu Mate caminámos juntos con el P. San– tiago y nuestros peones hasta las tres de la tarde, hora en que precisamente llegámos á un punto denominado Palenno, en donde existe una casa posada, la que no ofrece al viaje– ro otra comodidad, sino la de poderse librar del sol y del agua. Aquí se quedó mi compañero para continuar la marcha al día siguiente; y yo, cuando trataba de proporcionarme un breve descanso, indispensable y necesario por causa á las fa– tigas precedentes, tuve que proseguirla el mismo día hasta las >.seis y cuarto de la tarde, hora materialmente imposible para caminar por aquellos bosques y por desconocidos vericuetos.

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