BCCCAP00000000000000000000260

-79- CAPITULO XVI Tribu de los Mates -Anverso de. la medalla. l\l uy corto fue el tiempo qu e estuvimos co n los nonu– yas, porqu e al siguiente dia em prendimos nuevamente la marcha, y íu e ésta la tercera jornada en dirección al río Ca– quetá. En aqu el día, y á pocas horas de haber andado, mis güitotos me proporcionaron un rato de cólera y ele risa al propio ti empo. Sucedió, pue", qu e uno de eilos enfermó ele veras; y conociendo que el mal procedía, parte, de la mu cha humedad de la montaña y, parte, ele que aún no ha– bían tomado alimento alguno; le hice dar un poco de panela y, para a nimarlo más, también, una copa de aguardiente, que para ellos es una bebida deliciosa. Pero el resultado fue que habiéndose curado el primer enfermo, en un momento, adolecieron todos del mi:;mo mal; y me rodearon solici– tando ·la eficaz medicina. Como ve, Padre, no era necesario en este caso ser graduado para conocer la diagnosis de aqu el mal; y así unos se curaron con aguardiente, otros con sardinas, éstos con un pedazo ele pan, y el que menos, con un cigarro. Muy por la tarde ele aquel mi smo día y pocos minutos antes ele llegar á la tribu Mate, nos sorprendió una horrible tempestad acompañada de rayos y vientos muy fuertes; y no encontrando medios de e\·itarla, á la fatiga del camino se agregó el quedar calados de agua. Por motivo de la misma borrasca y el espantoso ruido en la montaña, causado por los vientos, los dichos indios no se dieron cuenta de nuestra aproximación, y entrámos á su casa como por asalto. Reinó, ento nce;;, entre ellos un profundo silencio; y á las muchas preguntas que les hicimos, obtuvimos por respuesta sólo des– precios y ceños de mal agüero. D ijirnosles quiénes éramos y á qué íbamos; pero esto sólo sin·i ó para aumentar el menosp1·ecio é indiferencia hacia noso tros. _ Como el cocin ero se nos atrasó, reso l\'imos preparar la comida nosotro,; mismos. ·para lo c ual oedímos á los caseros un poco el e fu ego, \' se d c1ic¡:;aron. á pesar de tener los fogo– nes e n activi dad. Xo le qu c·dó otro recurso al P. Santiago sino quitar les, co ntra b \·oluntad de ellos, un os tizones, exponié11dose ;i q ue lo trataran mal. Y apenas habíamos dispuesto el fogón cuando se acercaron y nos los volvieron

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz