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-75- CAPITU LO XIV Llegada á la tribu de los Yauyanes-Cacique lié-Una historia muy cu– riosa sobre los brujos-Su oposición á que bautizáramos á los ·indios. E l 2 de Enero de 1906 dejámos el Caraparaná é hi ci– mos la prime,-a jorn ada á la tribn de los indi os Ya nyan cs. Desde este primer día yá comenzámos á experi mentar con– trati empos, pues algu nos de nuestros cargueros güi totos se huyero n al tiempo de emprender la marcha; y por este mo– tivo tu ve q ue dejar en La Florida á nuestro compañero Pe– dro María Millán, para que g uardara la pequeña carga, entre– tan to q ue le mandábamos peo nes luégo de llegar á la referi– da tribu. Los Yauyanes viven e n cuatro gt·andes casas, edifica– das de tál manem q ue dejan en el centro un a bo nita pla– zuela ; lo cual no se o bserva en las otras tribus güitotas q ue visitámos. E l Caciq ue ele estos indios se llama Ifé; es muy querido d e los blancos y les sabe correspo nder, cualidad no ordina– ria entre esta gente. Del afecto que tien11 á los blancos y de su natural viveza , le proviene un loco deseo de q ue algun o d e sns hij os aprenda á leer y escribir; mas como los habidos en la pri mera muj er se le muri ero n sien do aú n peq ueños, ha cometido el desacierto de casarse con' tt'es más, viviendo toda vía la primera; y esto sólo por ver si así puede mandar un hij o, como él d ice, al T oli ma. lfé, no obsta nte de ser raro en esto y en otras cosas, es u n in d io de dotes especiales para el gobiern o ; y los caciques d e otras tribus suelen aconsejan;e de él para los negocios ele algu na importan cia; y su parecer casi si empre es acatado por los demás, si no por la e- ti mación que le profesan, sí por el temcir de clisgnstarlo, pues cua ndo Ifé se propone, sabe hacerse obedecer. La energía ele este ind io quedará comprobada co n la si· guiente historia de un os brujos qu e se op usiero n á que bauti– záramos los niños ele la tri bu en referencia, y por cuya oposi– ción lfé .Jos castigó de u na ma nera bestial. El hecho fue como sigue : Serían las cinco y med ia ele la tarde, hora co nvenida co n el Cacique para admin istrar el Bautismo ; y luégo de ha– ber dispuesto lo necesari o para las sagradas ceremo nias, me dirigí á la plazoleta que formaban las cuatro casas. Allí em– pecé á llamar á todos los ind ios é indias para que salieran con sus niños; pero no pasó como yo lo esperaba, pues si n embar-

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