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-73- CAPITULO XIII Cinco días de travesía del Caraparaná al Caquetá-Dificultades y peligros. No creo sea por demás que antes de abandonar el Cara– paraná y tomar el penoso camino ele la montaña, manifestat· á V. R. un deseo, del que, realizándose, vendría mucha glo– ria al Señor y hien á las gentes ele estas incultas regiones. E s, pues, mi deseo que se funde á orillas de este río una casa de misión; y para ello podernos contar con las siguien- tes ventajas: · r." La totalidad ele indios güitotos, que, sin eluda algu– na, son los más numerosos de todo el Caquetá, se encuen– tran en medi o ele los dos ríos Caraparaná é Ingaraparaná ó Igaraparaná, como lo llaman otros; y los misioneros residen– tes en el primero, con mu cha facilidad podrían atender á los indios que habi tan las márgenes del segu ndo, porque dicha localidad presta gran des comodidades, ya sea por tierra, ya sea por agua; z! Habiendo frecuente servicio ele vapores entre estos ríos y el Perú y el Brasil, es asim ismo fácil la comunicación con dichas naciones, y se puede con prontitud conseguir los artículos necesarios para la ,-ida; y 3-" Que es un lugar bastante sano, por no haber la te– rribl e plaga de los mosqu itos y zancudos, insectos que vuel– ven inhabitabl e gra n parte del Putumayo y.Caq uetá. ¡Ojalá que el Padre de las Misericordias viendo la infeli– cidad ele estos indios y la ignorancia que ti enen de nuestra Santa Religión, sea servido que de un modo ó de otro se realice mi deseo ! Expuesto así mi pensamiento, voy ahora á contarle los sucesos ocurridos en el '·iaje que hicimos por la montaña hasta dar con el río Caqu ctá. Verdad que con el P. Sa ntiago, una vez que nos separá- · mos ele nuestros compañeros de Expedición, habíamos he– cho un firme propósito de regresar á Mocoa por el río Ca– quetá; empero, cu;,l1(lo estuvimos en el puerto de La Florida, y topámos con no pocas dificultades, ora faltos de peones para que lle\·aran nue;tros bultos, ora sin encontrar una per– sona ele confianza que nos sirviera de guía en tan dilatado viaj e, desconocido p,ara nosotros, y otros obstáculos más, confieso que algo flaqueó nuestra primera resolución, y no era para menos. Sin embargo, el solo pensar que podía– mos hacer mucho bien á los indios de aquellas montañas y

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