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-72- Fabulosa parece (pero es verdad) la riqueza que se saca de las entrañas de estos bosques; como también es cierto que la mayor parte, por no decir toda, se va al Perú. El continuo sen·icio de lanchas y \·apares que mantie– nen en los ríos Putumayo, Caraparaná é 1ngaraparaná, los Sres. Aranas, no es con otro fin si no para proporcionar víveres y ropa á todos los colombianos existentes en dichos ríos, y luégo regresarlos cargados de siringa (.~oma elástica), cuyo valor, casi fijo, en !quitos, es de S roo plata la arroba. Ahora bien: cada indio ti ene la obligación de entregar mensualmente tres arrobas; demos que, por mucho que ha– yan disminuido los trabajadores, sean sólo unos ro,ooo; te– nemos 3o,ooo arrobas cada mes. Toda esta riqueza, que está calculada lo más bajo posible, la pierde Colombia. Y no echemos sólo la culpa á los colombianos peruanizados, toda vez que los gobernantes, ora sea por descuipo, ora por las dificultades que se. hayan · presentado, no han puesto de una manera eficaz, vigilancia en esos 1ugares. Por no ser cosas de mi incumbencia no me detengo más en este asunto; y ahora paso á desmentir falsas noticias que circularon referent es á la entrevista de los Generales Monroy y Velasco. Ante todo es muy falso que hubie}a desacuerdo de al– guna trascendencia entre los dos. Aprovechando la subida del vapor Cosmopolita para La Fl01'ida, vino desde El Encanto el General fllonroy. Uno de los motivos que lo trajo, según me dijo él mismo, fu e el la– mentabl e estado de su gente; y creía que el General Velasco llevara algún socorro para ellos; pero la desgracia ocurrida en el río Caquetá, de haberse volteado las balsas y perdido lo que llevaban, hizo que fu era inútil su venida, y · regresó inmediatamente en el mismo vapor. También es falso que en el Cosillopali/a hubi eran venido representantes de la Nación peruana, y que las autondades de Colombia representaran papel ridículo. Asimismo es muy opuesta :í la verdad la noti cia que circuló por Pasto y otros lugares, ele que hubiera habido al– gún choque entre las fuerzas colombianas y peruanas, con bajas de la primera. Lo que hu bo y prcsenciámos nosotros fue la entereza de carácter que mostró el Gen eral Monroy, no permitiendo que desembarcara en El Encanto, una Jan· cha peruana, sin que p rimero reconociera estar en aguas colombianas, para lo cual se le obligó á que izara la bandera del país.

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