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-7I- humana, tuvieron muertes desastrosas; porque se cumplió con ellos la pena del talión. Siguiendo siempre aguas arriba, unas catorce leguas más, se halla otra Agencia del Sr. Gregorio Calderón, lla– mada La Florida; y prosiguiendo una hora ele camino, estu– vimos en Puerto Colombia, vivienda de nuestros buenos ami– gos Braulio Cuéllar y Aguecla Enríquez, su esposa. Aquí tomámos descanso con el P. Santiago, unos seis días; y nu estros caseros nos atendieron como si hubiéramos sido miembros ele su familia. Entre las buenas cualidades que posee Braulio, una es (y mucho me llamó la atención) la que aprovechándose del cariño que le tienen multi tud de salvajes, les enseña los ru– dimentos ele nuestra santa Religión, y evita, cuanto está de ·su parte, el que se maten entre ellos. Por lo que debemos esperar que Braulio, con el tiempo, pueda ser un grande apoyo de nuestra Misión en aquellos lugares. El 29 de Diciembre tuvimos conocimiento de que lle– gaba á La Florida el Intendente del Alto Caquetá, Sr. Be– nigno Velasen; por cuyo motivo y para cumplir con el res– peto debido á la autoridad, bajámos con el P. Santiago á darle la bienvenida. Nos proporcionó el Sr. Velasco ratos muy agradables, contándonos la entrevista que con V. R. y el P. Estanislao, había tenido en Bogotá; asegnrándonos, además, que á nuestro regreso yá tendríamos á V. R., si no en Mocoa, por lo menos en Pasto. ¡Cuánto gusto nos causó esto! Concluida la visita ::tl Intenclente, como también á los demás señores que formaban el tren ele empleados, y ha– biéndoles ofrecido nuestros servicios, regresámos á la posa– da; pero antes habíamos convenido en cel ebrar el Añonue– vo con toda la pompa que nos permitía el lugar y circuns– tancias. En efecto, en aquellas selvas donde todo es imponente y majestuoso, donde se oye repercutir el rugido del tigre y el silbido ele la serpiente; oyéronsc también salvas ele artille– da, saludando la aurora del año de 1906. A esto siguió tam– bién, como es ele suponer, la celebración de la Santa Misa, y luégo un st'>lemne Te Deum, en acción de gracias por los beneficios recibidos, al propio tiempo que supli cámos al Se– ñor nos los concediera en el año que empezábamos. E sta fue la última fiesta que hicimos en el Caraparaná; y fue como preparación para los nuevos trabajos que nos -esperaban en los cinco días de travesía que empleámo; has– ta encontrar el río Caquetá. Mas, antes de emprender el via– je, sigamos con lo que anuncié atrás.

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