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-66- cabe duda que varios de ellos mantienen explícito pacto con el Diablo. Pero refiriéndome únicamente á los brujos giiilotos, digo que hacen una carrera especial á fin de obtener el títu – lo de tales. Para eso, abandonan sus casas, padres y herma– nos, y lejos de los suyos, se ponen á las órdenes de los más famosos en el arte. Transcurrido algún tiempo, regresan otra vez á su tribu, en donde ejercen tan diabólico oficio. Regularmente son los más ociosos y los que menos se preocupan de hacer sementeras; pudiendo decir que viven del trabajo y sudor de los demás; pues, en teniendo necesi-· dad ele algo, lo piden á los otr·os, y éstos, por el miedo ele que al negárselo, les causen la muerte ó alguna enfermedad, les ci<~n lo que les piden. Asimismo hácenles creer que lo adivinan todo; que tienen do.minio sobre los elemet;¡tos; y sobre todo, que pue– den vengarse de , SLB enemigos causándoles desgracias. De aquí el q ue los demás les teman, al propio tiempo que les ma- ~ nifiestan mucho amor; pero en verdad, éste sólo es aparente. Y digo que es aparente, porque en muriéndose ún bmjo ha– cen baile en señal de alegría, al verse yá libres de tan mal compañero. El miedo á esta gente sigue todavía hasta más all:'. ele la m uerte. Todos los indios reunidos se esmeran en hacer una fosa mc1y honda (lo que no sucede en los entierros de los que no son brujos); metido allí el cadáver, y para que no se salga (como ellos dicen) lo apiso nan cuanto más pueden. Practicado esto, sigue el baile, q ue en verdad, como dije, no es en señal ele pena, sino de contento. CAP ITULO X Regreso hacia EL Encanto-Un peligroso contratiempo en ol río Carapara– ná-Fiesta de la. Inmaculada Coucepclón. ¡Loado sea el Señor que tan misericordioso se mostró con sus l\Iisioneros, todo el tiempo que permanecimos con estos infelices Güitotos! Obra del Señ"r y ele la Divina Pastora, excelsa Patrona de nuestras misione,, fu e el que nuestro co razón se hr1biera mantenido con gran fortaleza en medio ele tántos pel igros de m uerte. Cuanto rnás nos rodeaban las adversidaoes, más palpabl enwnte sentíamos la mano protectora de Dios. Y ahora le digo para consuelo ele nuestros futuros cooperado– res en la viña del Señor, que si siendo yo tan indigno Minis– tro suyo, recibía grandes consuelos, mayores los tendrán aquellos que son dignos hijos del Serafín de Asís.

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