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- 49- mis pantorrillas estaban algo rollizas, la india, enseñándolas á los demás, les decía en güitoto: "M are, uwre''; sabroso, bue– no, c·omo quien dice : está en sazó n para comérn oslo. Lu égo, otro t. •nto hizo con la cara. Ah ora bien: lo que pasa ba co nmigo, otw tanto hacían~ con el P. Santiago, quien se había imp resio nad o como yo¡ pero á todo nos expusimos á fin de tenerlos con tentos y ga– narlos para Dios. H emos vi sto ya hasta dónde llegó la curiosidad el e la Ca– cica de los Fayajenes; ahora voy á s_o ntarle una acció n cruel del Cacique co n su a nci ano padre. Advi erto que no lo vi, sino que me apoyo en la veraci– dad del Sr. Gregari o Cal derón y ele otros muchos que me 1 aseguraro n el hecho . Diñamuy, pnes, tenía á su padre ya muy ancian o ¡ éste en mucho se apartaba del odio que los demás tenían á los blan– cos, ll egando su afecto hasta trabar relacion es de amistad con algunos ele ellos. Los comerciantes á su vez, para atraer– se al indi o, hacían le varios regalos, y tambi én le prometieron que lo apoyarían en las guerras co ntra sus enemigos. Por vía ele grati tud ordenó á Diñamuy que todos los días moli era un poco ele coca y el polvo lo ll evara á dichos blan cos. (La coca entre los güitotos es muy apreciada, y su poi m es un o de los mejores regalos de los que hacen á quien tienen afecto). E sta orden se cumplió d urante muchos días¡ pero luégo la pereza y la repetici ón hi ciero n aburrir al indio, y para librarse de ese pequ eño trahajo el ijo en sus ade ntros: " Ba;;t<t matar á m\ papá -y no tendré quien me haga moler coca para esos blancos." Así \e inspiró e\ Di ab lo, y lo tu vo como la cosa más fác il del mundo. Levantóse, pues, el indio, y cogiendo á su padre por los cab ellos hizo casi girar la cabeza– sobre el tronco, y en un momen to lo tu vo desnucado. Aña– de tambi én la h istoria que el parri cida tomó del suelo al agonizan te padre y fue á acabarlo de matar en el monte. Yo, por mi parte, me incli no á creer todo esto¡ porque es tal la brutal idad de Diñamuy, que cua ndo se le pregunta si es verdad 4ue mató á su padre, contesta riéndose : "Sí lo maté, pero porqu e me molestaba haciéndome moler coca para unos blan cos." E ste hecho y otros muchos que nos contaron, prueba Padre mío, cómo el hombre si n la fe es más cruel é inhuma– no que las ali mañas. Mil veces, pues, bendito sea D ios, que nos ha hecho nacer en una religión que es todo amor y respeto para con nuestros padres, y que nos amenaza con maldición cuando 4
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