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/ -46- las qu e queda n cuando se.levanta la copa del lugar donde hizo el vacío para sacar una ve1,1tosa. De cuando en cuando, á esas compresion es labial es añaden estrujones con las ma– nos, qu e lejos de c urar al enfermo le quitan media vida. Con estas m edi cinas y su manera de apli carlas ¿cómo no se han de morir, y contagiarse un os á otros? Vamos, ahora, á tratar de otra cosa más importante y de mu cho co nsuelo para los que está n destinados á las Misio– nes del Caqu etá, y es : la facilidad de convertir estos indios á la Religión r-atóli ca. E sta faci lidad la encuentro, ante todo, en el respeto que generalmente ti enen al i\Iisioncro, en q uien reco nocen algo so brehumano ; y de al lí no darle otro nombre si no el de Jusi– ñamu y (Di os). A este respecto voy á co ntarl e lo que oímos con el P. Santiago, al Caciqu e ::le los Buchamisayes, tribu existente entre el P utumayo y el Ingaraparan á. Co n ocasió n d e la entrega de cau ch o á los Sres. Cabre· ras, vini ero n d ich os indios á Nueva Granada, y allí fu e la pri– mera vez que presenciámos varias de sus sal\'ajes costum– bres. En momentos en qu e todos estaba n reunid os, y el di cho Caciq ue les arengaba en voz muy alta, según es la usa nza d e todos ell os ; nos prese ntámos en la casa y, por medio de un intérprete, le dijimo~ cómo habíamos venido ele muy lejanas tierras con el fin de bautiz;u·lo á él y á toda su gente. T am– bién le preguntámos si estaba contento con nuéstra presen· cia, y si qu ería qu e lo acompañ áramos alg un os días. Su respuesta, Padre mío, fue suficiente para que se me fu era el mi edo que tenía dela nte ele ellos. Co ntestó, pues, á nuestro intérprete : " ¿Cómo no hemos ele estar contentos si estos Ju– siñ amuyes son nu estros propios padres ?" En otra tribu hicimos tambi én una pregunta algo curio– sa, á un indio que, al decir de los bla ncos, era muy cruel y había dado muerte á bla ncos y á indi os. Dime, le dij e : ¿por qué ustedes los Güitotos no se han comido á alguno de los Jusiñamuyes qu e han venido á visitarl os? Y él, so nriéndo– se, me contestó : "Al Jusiñamuy no se puede comer, porque si se le mata, todos los indios se mueren." A más de lo di cho tengo otros a rgumentos para aseve– rar que es fácil su co nversión; por ejemplo: · el miedo que tienen á los demonios, y que todo lo bu en o lo atri buyen á los espíritus buenos ó dioses, como ellos dicen; la creencia en un lugar ele tormentos, y en otro, en donde no los hay; todo esto es materi a preclisponibl e pat·a infundirles las verda– des ele Jesucristo y de su Iglesia.
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