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( - 28- los in dios del valle de Sib undoy, de Mocoa, Guineo y de otros puntos en donde era co nocida la eficacia del curare, pero se ignoraba su preparación . Mas en la actualidad sucede al revés. porque los comerciantes lo traen en mucha cantidad d el Am~zonas y de !q uitos, vendiéndoselo más barato á los indi os, y éstos, qu e an tes se dedicaban á su extracción, hoy sirven mu cho en el ofi cio de bogas. Desde Ci111acuntí aún qu eda n por andar u na-; 14 le– guas para encontrar hacia la izq ui erda la travesía denomi– nada Varadero de David Serrano. Es una trocha que po ne en comun icación el P utum<tyo con el rÍü Caraparaná. Mu– ch os de sus conocedores me aseguraron que sólo se em– pl ea n un as cuatro hora5 del un lugar al otro. Fácil es comprender la utiliclacl que reportan los co– m erciantes co n· este camino . Si se trata ele :os que hajan el Putumayo y qui eren hacer sus negocios co n las Agencias del Caraparaná, les evita, por Jo menos, u nos ci1YCO días, q ue son los q ue se emplean ancla ndo por agu<t. La misma ven taja y aú n mayor ti enen los q ue está n por el río Napo, p orqu e una vez qu e logran co locar las merca ncías y demás artícu los en el río Campuya, éste les of,·ece fácil navegación h asta su con fl uencia, y el e all í á dicho camino sólo ha brá unas T.) leg uas, aguas arriba. H e J:amaclo la atención sobre esta travesía por ser la m ás con ocida y frec uentada; pero hay otras muchísimas que p o nen en comunicación estos rio,; y aun el mismo Caquetá con el Putumayo. Sigamos, ah ora, nuestra march a. Era el día 30 de Sep– tiembre c uando, despu és ele haber navegado un a> doce horas desde el Varadero ,ya mencionado, llegámos á la co nfl uen– cia del río Campuya, cuyas aguas las recibe el Pu tumayo por la banda derecha. i\I e pareció ser más caudaloso que el Guamuez; y por elatos que recibí, incomparablemente me– jor para la navegación bajo todo punto ele vi sta. Segú n lo acordado precariamente por los dos Gobiernos colom bia no y peruano, Camp uya es un o de los ríos que forma n pa rte ele la lín ea di visori a de las dos naci o nes. En su propia con flu encia existe un a pequeña casa pro– visional del Sr. Manu el Hidalgo, en don de desembarcan así las merca ncías como también los víveres y demás objetos qu e d icho señor trae desde Iquitos, y luégo los pasa n para el Caraparan á por el expresado Varadero. E l encuentro de esta casa fu e una providencia del cielo– para todos no;otros: pu es al ti empo qu e salíamos de las ca– noas formóse una tempestad de rayos ·y truenos, acompaña- \
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