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aves, otros rugen como las fieras. No faltan quienes dicen tener visio– nes y representaciones maravillosas, en las que se les aparecen los espíritus de los cristianos que vienen a curar al enfermo. El Curaca y el Gobernador que, de ordinario, son los más resis– tentes a los efectos del yagé, porque hacen como que beben, simulan conversar con Dios, por El saben cuál ha de ser el desenlace que ha de tener la enfermedad del paciente. La bebida narcótica agudiza las facultades de los que dirigen y presiden la fiesta hasta el extremo de localizar las fieras y las aves en la selva y los peces en determinados sectores de los ríos. Basados en esos secretos, las cacerías organizadas por ellos tienen resultados satisfactorios, por eso nunca les falta la carne de danta, de puerco de monte y todo el pescado que desean. No les interesan las pieles de tigre y de tigrillo, en caso contrario tendrían abundantes. Lo peor del caso es que los indios se lo creen todo esto y por eso tiemblan ante una amenaza lanzada contra ellos por el Gobernador. Cuando el yagé se hace normalmente adquiere un color blanque– cino. Entonces fácilmente sube al cielo para que Dios baje, se haga presente, converse con el Gobernador y le descubra las cosas ocultas del futuro. RITUAL OBSERVADO EN LA PREPARACION DEL YAGE El secreto del éxito del yagé estriba en observar minuciosamente algunas prescripciones señaladas para su preparación. Peladas las raíces del árbol de las que se extrae el yagé y acarrea– da la leña seca necesaria para su cocimiento, se encierra al encargado, a la hora acostumbrada, en una habitación, bien resguardado de las miradas de los curiosos. A nadie es permitido visitarle en todo el día, menos todavía entrar en su aposento. Si el yagé ha de producir sus efectos, lo debe preparar sólo un hombre, expresamente señalado por el Gobernador; si interviene otra persona, sobre todo alguna mujer, es seguro el fracaso. Uno de los requisitos para el éxito es la puntuali– dad en comenzar a la hora, 6 de la mañana, y terminar a las 6 en pun– to de la tarde. El cocimiento de las raíces se debe hacer sólo con agua de pozo u hoyo. No sirve ni el agua corriente ni la de lluvia. El día de tomar el yagé, todos, pero sobre todo las mujeres y los niños, no podrán salir de sus casas, ni podrán mojarse las manos, ni hacer la comida. 97

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