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Ospina a Puerto Asís, divulgó en este pueblo que yo no tenía ni un centavo (él tuvo que pagar la gallina que nos comimos en el viaje) y que ni ropa para cambiarme tenía, pues la había regalado a los indios por ciertos servicios que me hicieron (sólo en parte tenía razón). Esto y el verme decaído, con alpargatas, y por otra predican– do con tanto fuego (al menos exterior, por ser tierra en extremo ardiente) removió el corazón de unas buenas señoras, que tomaron a su cargo el equiparme superfluamente de pies a cabeza ; me regala– ron un botiquín de campaña con toda clase de medicinas, y por encima no diré que me forraron, pero sí que me dieron buena plata. iOh!, la gente de Colombia es bien generosa... Todos los obsequios eran para el misionero viejo. "Qué fantásti– camente debe predicar a las señoras - decía yo al P. Marcos-; sus conferencias deben gustarles muchísimo;· fíjese a raíz de ellas las cosas que me han traído". Y le mostraba los obsequios. " ¿De veras? - contestaba -;pues a mí no me traen nada; esto es una cosa nunca vista ni oída. De modo que yo trabajo y su caridad recoge el fruto, ¿eh? Pues ya les voy a decir cuatro cosas bien dichas a esas señoras por esa injusticia". Así un día y otro; y nos reíamos muy sabrosa– mente porque la cosa no dejaba de ser graciosa, sobre todo para mí. Felizmente dimos fin a la misión y el P. Superior no sabía cómo pagarme el servicio. Me dio los víveres que necesitaba para el viaje, que fueron arroz y sal, café y azúcar. A una indicación mía puso a mi disposición su gran motor de fuera borda y me regaló quince galones de gasolina para llevármelos conmigo hasta el Cuyabeno, donde había dejado mi motor. Así demostraría que es .posible traficar en Colombia. ADIOS ASIS. NO TEMO LAS MUCHAS AGUAS Con el corazón henchido de gratitud me despedí de Puerto Asís, del que tan buenos recuerdos guardo; del P. Diego, de las Madrecitas, de los niños, de todos, y acompañado del P. Oquendo, un padrecito secular colombiano, a quien la misión dio los estudios y ahora está de coadjutor del P. Diego, partí por el río Putumayo rumbo al Ecuador. Una hora de rápida surcada y entramos en las límpidas aguas del río Guamés, de corriente muy pronunciada, y por tanto en extremo correntoso. Son muchas las personas que han perecido trágicamente 66

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