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compañeros más remedio que obedecerme, aunque comprobé pronto que no me perdían de vista. iEl tigre! "Tendría gracia - me decía cuando me vi solo-, tendría gracia que me comiera el tigre llevando esta poderosa escopeta de Eibar"... Porque no estaba yo dispuesto a hacer uso de ella, prefería que me comiera a hacer un esfuerzo por mínimo que fuera. Este decaimiento de cuerpo y espíritu dicen que es efecto del paludismo. Pero ahora pienso que, dado el caso, muy diferente hubiera sido mi conducta. Lo que me extraña es que no hubiera tenido la ocurrencia de botar el arma que así me molesta– ba; porque a esa tentación si es que sucumbo, icómo lo lamentaría ahora! Así, poquito a poco, llegamos a Riera, en el río San Miguel, con el cuerpo dolorido y calambres en ambas piernas. Mis compañeros, es decir, Lucho, Matías y los dos soldados, todos ellos baqueanos y jóvenes, aunque iban bastante más cargados que yo soportaron la dura prueba sin dar señales mayores de cansancio. NECESIDAD DE UNA CARRETERA Mucho se viene hablando de la necesidad urgente de transformar en carretera este varadero. Se necesita una carretera, ciertamente, que ponga el Aguarico en comunicación con Colombia; y de llevarse a cabo esta idea, el gran Cantón estaría salvado; más aún, en pocos años adquiriría una prosperidad extraordinaria. Sus numerosos productos, con una salida cómoda para Colombia, no se venderían al precio, las más de las veces irrisorio, que quieren poner los vecinos de enfrente, o uno o dos señores de casa, pero sin conciencia (al interior no se puede pensar en sacarlos); antes por el contrario, vendría la competencia, con el alza automática de precios. Así mis– mo, con una carretera se cortaría de plano esa ininterrumpida proce– sión de emigrantes, que amenaza dejar despoblada tan vastísima y prometedora región ; por el contrario, muchas familias de la sierra, que a duras penas ganan el pan de su sustento, acudirían a ella en busca de pan y de riqueza, y la realidad no les defraudaría. Sin embargo, la realización- de una carretera por este varadero, presenta grandes dificultades, si no técnicas, sí de orden económico : el trayecto de suyo largo, es además accidentado; son innumerables las quebradas que lo cruzan, las que necesariamente requieren sus co– rrespondientes puentes y sobre todo existen unos extensos aguajales cerca del río San Miguel que, en invierno, es decir, cuando le da por 62

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