BCCCAP00000000000000000000259

de su ejército. Sus soldados serán relativamente pocos, corno corres– ponde a una nación pequeña y democrática, pero escogidos, de elevadísima moral y de ambición reivindicadora de tantos territorios patrios como se han perdido, no en el campo del honor, sino en el terreno de los turbios manejos políticos. Si llegara el caso, su eficien– cia sería portentosa. Después de tratar con ellos y conocerlos un poco a fondo, más de una vez acude a mi mente las coplas que cantábamos de niños refiriéndonos a otr.o ejército de legendario historial : "Cada uno vale por ciento - y tampoco miento - si digo un millar" . iHONOR AL EJERCITO ECUATORIANO! ENMONTUFAR Llegados hacia las dos de la tarde a Montúfar, después de seis horas de navegación en un jonshon de doce caballos, quise sin dilación proseguir la marcha con el fin de aliviar la jornada del día siguiente; pues de no hacerlo así iba a resultar demasiado dura. Mas el sargento se opuso a esta idea con argumentos contundentes. Nunca había tenido la dicha de ver un sacerdote por aquellos aparta– dos lugares; había gente sin bautizar; no existía rancho alguno en el varadero; era aventurado pasar la noche en medio de aquella selva infestada de tigres; si el tigre nos perdonaba la vida, los cínifes nos comerían vivos. Ante esta serie de poderosas razones, ¿qué se podía hacer? Me quedé y puedo asegurar que no me arrepentí, al menos aquel día; porque lo pasé admirablemente : me trataron muy bien, jugué varios partidos de voley y descansé a satisfacción. Por otra parte hice mi poco de ministerio ; hice cinco bautizos, recé el rosario, dije Misa para los soldados y cierto número de indiecitos que viven cerca de la guarnición y les prediqué cuanto quise. En una palabra: me obsequiaron y creo . que les correspondí en la forma que podía hacerlo en mi calidad de misionero. EL PASO DEL VARADERO Nunca hubiese creído que la jornada al río San Miguel fuese tan agotadora, y cuarenta kilómetros tan la.rguísirnos que parecía no iban a tener fin . Con la mochila al hombro, terciada también la escopeta y en mi diestra el afilado machete, arma necesaria, más que la comida, 60

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz