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Los tres primeros relatos que presentamos reflejan las dificultades de abastecimiento y comunicación en la zona. Veían oportuno los misioneros instalar una residencia en Boca Cuyabeno o cercanías por ser lugar estrat¡;gico y bil'n comunicado: cinco horas al Napo por el varadero de Paílacocha . varaderos de Montúfar y Conejo para Colom-– bia. Incluso pensaron t•n In conveniencia de una carretera a Riera por el varadero de Montúfar o. dada su dificultad, por el de Las Palmas o aun por el de Las Lagunas en el río Hormiga. Creían así servir al progreso del Cantón Aguarico, creando posibilidades de comercio para los productos de la zona, cortando la emigración y, por el con– tr~rio. creando condiciones para la llegada de ecuatorianos sin tierra l46 l. Las Misiones se instalaban donde los Estados apenas si llegaban con su presencia, por tanto, en regiones de frontera en variados senti– dos: geográfico. cultural. político y religioso. Pensaban que su obliga– ción era "incorporar estas zonas a la civilización y sobre todo a la vida cristiana" l47). Todavía en 1958 se insistía en poner alguna residencia por el A¡!llarko : " ¡\dem:ís del apostolado que se desarrollará periódicamen– te aprun~chando las guami..:iones ubicadas a lo largo del Aguarico , se levantarán cuasi rcsiden..:ias misionales en las familias Tangoy y otra en la tribu de los Cushmas" l48 l. Tal cosa no pudo realizarse por los inconvenientes referido~. pero poco después. tras el recorrido del P. Santos de Egüés en enero del 59. se decide la fundación de Cuya– beno. ''Los dos religiosos residentes quedarían acomodados en una casita de paja. pudiendo trasladarse mensualmente al Putumayo para satisfacer sus necesidades espirituales y materiales" l49). y, pese a las consabidas dificultades económicas y de personal, unos meses más tarde "se consideró de urgencia la fundación del Cuyabeno que debe hacerse aunque en Rocafuerte tuviese que quedar un solo hermano" (50). Y así se hizo. Esta residencia fue la única presencia estable entre los indígenas del Aguarico; duró poco más de dos años y fue expe– riencia muy dura y un poco frustrante. como puede observarse en su Crónica. Estuvo marcada por dos características negativas: el en– frentamiento. ahierto o larvado, con los dd ILV en medio de un gru– po humano muy peque11o; la soledad creada por el aislamiento, la penuria de medios económicos y la ignorancia de la lengua indígena. A pesar de tal ignorancia. los misioneros, fieles a sus conviccio– nes. se apresuraron a instalar una escuela. La Crónica nos relata episo– dios mitad tristes mitad burlescos sobre las insuperables dificultades 32
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